Que pena que no fueron los Griegos en llegar al Tahuantinsuyo ,ellos eran gente muy inteligente hubieran estudiado y conservado ,pero llegaron unos españoles delincuentes por años destruyeron .
Hola Baby, excelente tu trabajo siempre veo tus videos, te admiro mucho y felicito por difundir nuestros misterios en nuestro país...pero por favor no muevas tan brusco la cámara no se puede Admirar bien tu trabajo. Gracias y bendiciones.
Ala, muy hermoso el pueblo de Machu Pichu, solo lamento no haber caminado por las calles de esas "favelas" como tú los llamas. A mi me parece un pueblo muy bonito, con un agradabla paisaje. A veces las "Favelas" solo están en nuestros cerebros. Baby Trujilo, si quieres encontrar un pueblo 100% "lujoso" te aconsejo teletransportarte al pasado y visitar la antigua Babilonia o el palacio del Rey Salomón. Tambien podrías embarcarte en la búsqueda del Dorado, por mi parte prefiero 💓Machu Pichu pueblo 💓 . Exitos genio
Exploración 48: “la blanca sonrisa de los vientos”: ru-vid.com/video/%D0%B2%D0%B8%D0%B4%D0%B5%D0%BE-EOp8VmJT2mA.html El pequeño Blanquinegro juguetea solo a la entrada del barrio alto, dejando descansar a su madre que debe alargar la siesta entre unas sombras próximas. El viento arreció un tanto, descendió otro tanto la temperatura y el cielo se hizo más celeste. Sigue siendo un atardecer de verano, pero no tan extremo. Las dos rapaces en piedra han aguardado inmóviles a mi regreso, sobre las esquinas angulares de la casa alta que les hace de atalaya. Ya no hay ambulancias ni distorsiones semejantes a mi ascenso por el barrio alto. Y cuando comienzo a descender entre los callejones, el perrito de la anciana queda demasiado distante como para hacerme otro desplante vengativo. Desciendo somnoliento. Camino en sueños junto al crepúsculo hacia la calle de las madres, hacia el sendero. La gata de la foto de ayer es avisada de alguna manera por el ancianísimo gato blanco que se mueve de escondite en escondite, y se aparta disimuladamente de mi paso. Dejo que las ramas arbóreas que empiezan a inundar el sendero a la altura de la casita de la licántropa se deslicen por mi cuerpo y rostro. El gato joven Gris Tigrado de la semana pasada ha aprendido a esconderse con antelación, y anda confiado a pesar de que le tengo al lado. Me detengo un breve instante frente al pequeño olivo. Prosigo muy lento y sinuoso. Me agacho a embadurnar las garras con el asperón de la entrada tapada de la cueva. Blanquinegro me mira sentado desde arriba en la baranda de la calle Vista Hermosa, no muy distante de un gato negro que todavía sigue durmiendo. Hay restos de varios desperdicios, de la noche pasada. Pero ninguna presencia de bribones, ya que las vampiras han debido hacer estragos. La papelera sigue firme a pesar de todo. Prosigo, no siento ni veo a bribones. De manera que desciendo a Campo Santo a pleno monte. Pongo a prueba el licantrocalzado blanco con el arranque del descenso, que es lo más empinado. Y sobrepasado el límite, caigo y resbalo hacia abajo. No importa, es muy parecido al surfismo. Y resulta cómodo, no hago esfuerzo. Aunque disminuida la pendiente hacia el macizo idílico, la inercia me mantiene descendiendo, de manera que tengo que frenar cerrando la garra en la rejilla metálica. Y ya me muevo como siempre, a dicho macizo. De aquí, al trono de la licántropa, y ya estoy abajo. Logro distinguir las piedras que coloqué ayer. Un par de pasos hacia adelante noto un aroma a eucalipto más intenso. Pero no se prolonga en adelante. Debo proseguir agachándome en ascenso bajo la acacia centinela. Esta vez sí que puedo comprobar el pasillo trasero de las dos iglesias. No son las nueve y veinticinco pero ya suenan las trompetas de los cuarteles anunciando el fin de jornada. Efectivamente, allí seguía la cartera rosa y todo lo demás. Como si se hubiera detenido el espacio y el tiempo, o en realidad fuesen un camelo y allí gobernasen otras fuerzas. Como una pecera. Vuelvo para tumbarme bajo la acacia, entre el patio trasero de la iglesia y la pared de yeso. Ya me gustaría que fuera una cascada de agua. Quizá cuando llueva. Las cigarras todavía cantan. Llaman a la oración desde las mezquitas, de manera que tengo que seguirlas mientras me aplico yeso en las zonas desnudas… Y al fin puedo tumbarme. Los vencejos agotados han abandonado prematuramente los cielos. Un par de murciélagos no se atreven a revolotear todavía más allá de la sombra de los eucaliptos. La musicalidad de estos mosquitos es diferente. Las diminutas flores de la acacia atraen a unas abejas asilvestradas que recuerdan a las avispas. Una de ellas da una pasada y tengo que girar el cuello para que pase, su zumbido es como el de un coches de carreras. Después de eso parece satisfecha. La paz es total. Unánime. Un arco purpúreo se imprime en el celeste de fondo. Hay momentos de quietud y silencio absolutos. Parece la expiración e inspiración de un gigante. Todo se va apagando. Hay varias señales que delatan la presencia de la noche. El movimiento de las ramas en sentidos contrapuestos. Un enfriamiento de la tierra al contacto de las garras. Cambios oculares, aumento de visión. Pero también ciertas bocanadas de tiranía… Hasta que se abren la amplia arboleda y el amplio graderío de vetas grises y doradas que se elevan hasta la blanca sonrisa, que refleja a el trono de coral blanco sin ser alcanzada ni por los eones ni por los creadores divinos. Y en lo alto se alza llameante la solitaria palmera, aferrándose con fuerza al cielo y a la blanca sonrisa de los vientos. Una estrella, otra todavía más brillante. Oigo al gato con antelación discurriendo por el paso secreto del gato negro curamisayoc en dirección al patio trasero de la iglesia. Cuando aparece, le siseo, con el cuello girado. Pero mi siseo es similar al del viento susurrando entre las ramas de eucalipto. Y solo los gatos, el taciturno Blanquigris en este caso, sabrán por qué no me detectan ya al olfato a pesar de estar a escasos dos metros. Tengo que elevarme y sentarme, momento en que el gato queda sorprendido e inmóvil. Aprovechando que giro la cabeza, da unos ágiles pasos y sigue en dirección al techo de la iglesia. Ya nos conocíamos de una vez anterior. No tengo claro si el mismo gato, vuelve al poco. Pero éste parece más oscuro y delgado. Se mete tras la reja de la iglesia y a mi misma altura me examina a un escaso metro. Es un nuevo aprendiz, un joven gato Gris Tigrado Patiblanco. Por un momento creo estar ante un espejo. Hablo al gato, que parece entenderme. Un leve crujido dentro del patio, semejante al de un ratón, hace que el gato salte adentro. Es la hora del cazador. Emerjo bajo la acacia. Compruebo la retaguardia, pasillo trasero y sendero. Y desciendo hacia el trono de la licántropa. Desde allí hago un barrido a todo lo que me rodea. E inicio mi ascenso. Un perro refunfuña a mis espaldas desde una azotea. Vuelvo la vista hacia la fuente de origen, y consigo unos ladridos de desafío. Vuelve a refunfuñar mientras asciendo hasta el macizo idílico. Desde allí ya estoy a la altura de la azotea. Pero entonces se calla. No le gusta la idea de que después le reconozca por la calle. Y alcanzo el sendero. Por donde todavía me muevo a tirones, deteniéndome junto a algún accidente para escuchar, olfatear, y esas cosas extrañas. De momento solo me acompañan las estrellas. Un par de individuos en adelante, se han sentado a charlar sentados fuera del sendero, uno de ellos con chilaba. En la zona otrora ocupada por la rubia de bote, hay otra vampira sentada que no está claro que sea la misma. Un gitano con melenas se inclina sobre ella con intención de besarla. Pero ella juega a resistir la tentación en el último instante. Una y otra vez juegan así a ver quién de los dos cae antes en los colmillos del otro. Mis suelas son silenciosas e impiden que me detecten. Asciendo en escalada hacia el barrio de la Victoria, y a su Fuerte primigenio. El viento es tan agradable que casi resulta fresco en este punto más elevado. Las luces de un ferry se aproximan a la ciudad del valle rodeando su ciudadela. Sobre las casas del barrio alto se adivina un fulgor amarillo espectral. De vuelta a casa encuentro sobre la acera un juguete que el niño tiró ayer desde la ventana y ha quedado intacto. Cojo y me llevo el cochecito de juguete, que resulta ser de policía… Claro, una vez conduje el coche de la policía portuaria en mis tiempos de celador guardamuelles. Vigilante nocturno.
baby, veo que todo lo que enfocas con la camara, sea piedra o plantas veo como una energia que emite igual que cuando hace mucho calor y miras una carretera y ves como un vao a lo lejos, tipo nieblina, eso es debido a la camara o me parece a mi, saludos.
Hay negocios hoteles restaurantes de cuatro pisos que no han terminado de tarrajear ni pintado los laterales deberían de obligarlos para mejorar el aspecto del pueblo ..
Exploración 47: “Collar de escarabajos”: ru-vid.com/video/%D0%B2%D0%B8%D0%B4%D0%B5%D0%BE-stEUd9HlSmc.html El calor y la insolación alcanzan su máxima simbiosis. Con suerte no te pilla con la bicicleta, tal como ocurrió en la tarde del jueves que se nubló de súbito, y es que un abuso de calor trae alguna pronta perturbación. Que deja olitas. Pero hoy me ha pillado el calorazo sobre ruedas, un poniente que sopla de tierra, tórrido… La ventana de la jovencita está cerrada, pero entra la luz por las rendijitas. Seguramente estás mejor con la habitación cerrada. Mis retrasos poco importan, he sobrevivido. Aunque no permanezco tan imperturbable como las dos rapaces en piedra que dominan la entrada al barrio alto desde su atalaya. Los tres árboles de la plaza de la libertad han sustituido sus flores por vainas verdes, que contrastan con algunas secas que todavía no lograron perder. Tan solo los árboles logran mantener el verdor durante los veranos en el hemisferio septentrional. Y algunas plantas especializadas, siempre que tengan agua… Hay una ambulancia aparcada en la entrada del callejón en lo más alto. Suerte que me conozco los vericuetos. Entro por la calle donde las dos vecinas miraban cómo meriendo. Un marido las acompaña, sentados, soportando el calor soporífero. Se ha sacado los zapatos y los tiene en mitad de la acera. Aprovecho y camino por mitad de la calzada. Hago un rodeo perfecto para rodear a la ambulancia. Pero eso no significa que en esta tarde de calor, vaya a esquivar accidentes, aunque sean ajenos. Hay jóvenes que parecen seguirme en mi descenso hacia la calle de las madres. Me dejo adelantar, son dos jovencitas y un jovencito que con risas traviesas descienden por el sendero, donde se pierden entre risitas… Hay en la baranda un gato Blanquigris con el pelo muy sucio y cara de haberse peleado. Tiene mal aspecto, es joven, y si tiene suerte ya sabe que debe evitar las peleas respetando otros territorios… Parecen haber vuelto a limpiar el sendero. Sería una lástima que acabado el verano arrancasen todas estas prolongaciones verdes arbóreas, confundiéndolas con matojos… Lo cierto es que de reojo sigo disimulando que no veo a las gatas en sus escondites. Preparo la cámara y hago la foto girando hacia atrás. El misterio no desaparece de la casita de la licántropa. Ya no encontré en adelante a los tres jovencitos. Debieron alejarse de dos bribones que estoy viendo en la zona del sendero aledaña a la papelera. Pero no son los de veces anteriores. Les extraña mi ritual de embadurnamiento de manos con asperón de la cueva tapada. Uno de ellos no sabe si quitar una silla de playa que tiene en mitad del sendero. También tienen una mesita y un móvil encendido con música. Parecen algo nerviosos por mi presencia. Parecen algo fumados, me saludan de antemano y me dedican un “viva la música”. Les saludo sonriente pero respetuoso. Respetan la papelera, que sigue firme. Drogarse es una solución con la que afrontan el calor. Efectivamente, no podré descender por aquí. Aunque me vean un poco tendré que descender a pleno monte… Suerte que no había más bribones en adelante esta vez. Con lo que descendí primero hacia el macizo idílico, siempre bajo la sombra y aromas del eucalipto, en dirección hacia el trono de la licántropa. Donde la quietud congelada del Campo Santo contrastaba con la temperatura. Precisamente me enfrenté a una defunción, entre dicho trono y el arranque de ascenso hacia el patio trasero de la iglesia católica y el arco que forma la acacia centinela. Las plumas del pájaro negro son inconfundibles. Es un estornino adulto. No ha debido soportar el calor. Las hormigas ya hacen su trabajo. Yo le doy dignidad cubriéndolo con piedras, una pyrka según tengo entendido… Asomo un poco bajo la acacia, ya que no quiero que me detecten los bribones de antes. Distingo alguna bolsa de veces anteriores, de manera que no me extrañaría topar mañana, con esta zona intacta. Ahora debo regresar por donde he descendido, para recibir la debida sudoración. Requiescat in pace. Prosigo por el sendero del escarabajo y el caracol. Alguien se aproxima y va a adelantarme, me ha visto salir. Es un joven muy fuerte, en chanclas, una mochila y un balón bajo el brazo. Viene de un partido. Al llegar a la altura del descenso del caminillo de cabras, mira hacia abajo preguntándose si le pasa algo… No es tanto el camino como la naturaleza del individuo… Llegando a la zona donde ahora no hay más bribones, oigo los gritos y las zambullidas en la piscina de la comunidad de vecinos de arriba. Esa cuyas farolas se encienden de noche atrayendo a insectos y murciélagos… Estoy empapado de sudor y todavía me falta el ascenso en escalada hacia el barrio y su Fuerte primigenio. No era tarde para un refresco y la palmerita de chocolate. Descendido el barrio alto, mientras me entretenía en ver jugar a la madre blanca de orejas negras con su Blanquinegro, sobre unas hierbas altas y frescas, de manera que parecían los más felices del mundo, y me di cuenta que caían juguetes de niño pequeño desde arriba. Me fijé más y detecté otros que yacían rotos en la carretera. Y nuevos más caían… Un niño solo y acalorado, que afortunadamente, proyecta su terrible fantasía hacia sus juguetes. Sirva de advertencia a sus padres. Todavía me acuerdo de una garza blanca atropellada en la tarde, al pasar en bicicleta, y su último gemido. Simulan accidentes. Peleas. Se fuman. Mañana seguramente la luna llena llegará cargada de vampiras. Ya debe ser así. Me limito a mantener la dignidad del lugar santo. Despejar los caminos a sus espíritus… Enterrar, embalsamar, siguiendo el ejemplo del escarabajo, consiste en lo mismo. Ten cuidado con el escarabajo y el caracol... Creo que las patas blancas que colgaban desde la baranda de la calle de Vista Hermosa, eran las de Blanquinegro. Sigan su sabio ejemplo.
te comento baby, en el planeta hay millones de especies, mamiferos, insectos, peces, aves, y plantas, en todos existe macho y hembra para reproducirse, en las plantas lo mismo y como no pueden fecundarse entre si, estan los insectos y abejas que su alimento es el nectar que producen las flores, asi fecundan las plantas, para su reproduccion, por lo tanto vemos que no es por casualidad, todo esta hecho a proposito, a mi me gustaria saber quienes han creado esto y con que proposito lo han hecho, si pongo una granja de pollos, no es en beneficio de los pollos es en el mio, los que nos han creado a nosotros no es en nuestro beneficio, es en el de ellos, la verdad es que todos morimos y nadie se lleva nada, tenia yo 8 años, y mi padre me dijo, de lo que te cuenten no te creas nada, y de lo que veas creete solo la mitad, otro dia te cuento mas cosas baby.
hola baby, en uno de tus videos, comentas que has escrito libros sobre plantas medicinales, se pueden leer en youtube, si es asi, dime el titulo del libro, algunas de las plantas, no las dejan pasar a europa ni de coña, dime el nombre de una enciclopedia sobre plantas medicinales de peru, gracias.
Monumental. Mundos dentro de otros mundos. Sigues hacia arriba y encuentras la casa cueva. Y con la gente y turistas ocurrirá lo mismo. Para quien le gusten los perros. Contrastes. Donde se mezclan las aguas. Dice mi madre que los cruceros grandes y lujosos le evocan terror. Escondites para lo bueno o lo malo. ¿Qué se esconde en la noche por las esquinas? El anverso siniestro del dinero. Nadie te echará de menos si eres tú el atropellado por el tren en vez del perro. Una camarera se sustituye por otra, y oficialmente no existe la delincuencia...
Cusco lo an echo SUPUESTO PUEBLO TURISTICO SOLO Q PARA LAS MAS RATAS ESTAFEN AL PUEBLO CON ESE CUENTASO DEL TURISMO EN ESA ZONA SOLO TE ROBAN CON EL CUENTO D TURISMO YO POL DEL PERU CON TODO ESE DINERO Q GASTARIA CON IR A ESE LUGAR ME CONOCERIA DOS DEPARTAMENTOS Y TODAVIA M SOBRARIA DINERO
RESTAURANTE BABY, menu especial de la casa, murcielago a la barbacoa, segundo plato, sopa de momia, vino especial añejo de meteorito, precio por comensal 300 euros, propinas a parte, hay que reservar mesa, restaurante situado en LIMA, saludos baby.