Desde finales de los 90, Rodrigo Castro y Sergio Lagos configuraron el sonido electrónico más característico de la música popular chilena. Recorrieron varias veces la longitud de Chile y en dos oportunidades supieron estimular las pistas de baile europeas. Algunas de sus composiciones funcionaron para que creadores como Sebastián Lelio y Andrés Mardones aplicaran todosu talento con la imagen en movimiento al lograr piezas que con el tiempo se convertirían en clásicos de un MTV apócrifo tercermundista.