Tras iniciar este camino como estudiante espiritual, mi vida ha cambiado definitivamente, a mejor. He conseguido, por fin, abandonar los continuos estados de ansiedad y depresión, que me estuvieron persiguiendo durante años. La lectura de textos espirituales y la práctica de la meditación, me han permitido reinterpretar este mundo de otra manera y reconocer algunas señales, que nos descubren la verdadera identidad que somos. Según algunos maestros espirituales, en el fondo de nuestros corazones, -en nuestra intimidad más profunda-, podemos encontrar la “chispa divina” del Cristo que hay en cada uno de nosotros y que podemos sentir, cuando practicamos, el silencio consciente y presente, de la meditación. Un lugar donde no existe el miedo, ni la culpa... y al cobijo de una paz interior, que nos envuelve y que nos muestra el «camino de regreso» a casa.