ru-vid.com/video/%D0%B2%D0%B8%D0%B4%D0%B5%D0%BE-vi_E-y8_GK0.html asentamiento preinca de Ranrapat Así se vivía en el asentamiento preinca de Ranrapata (3 855 m.s.n.m.) que, para algunos, podría ser llamado un pueblo 'ordenado', aunque, para otros, sería la prueba de una sociedad profundamente clasista. Sea como fuere, lo cierto es que aquí se continuó con el legado del imperio wari. Esas son las impresiones que surgen al recorrer las arterias empedradas de este complejo arqueológico del centro poblado Ccaccasiri, en el distrito huancavelicano de Acoria. Ascenso a Ranrapata, un complejo arqueológico de 700 hectáreas de pura cultura e historia. Foto: Jorge Calderón “Los canales se relacionaban con los cuatro puntos cardinales. Cada uno de sus extremos unían a los pueblos o ‘markas’ de esta ciudadela”, explica el alcalde Irineo Dávila, respecto la red de caminos que enlazaban las calles del asentamiento erigido por los señoríos de los astos (Periodo Intermedio Tardío). En el ascenso a la zona arqueológica los pasos se vuelven agitados. Pero la agonía de los viajeros al recorrer Ranrapata o 'loma de piedra', se desvanece al ver los muros, pisos y terrazas que aparecen impresionantes, tras subir los escalones que conducen a la cúspide. Tesoro andino Pinceladas de cultura e historia en una sociedad basada en el ayllu. Donde los campesinos, pastores, artesanos y guerreros mantenían sus cargos de por vida, difunde el alcalde algunas de las hipótesis planteadas por los arqueólogos y estudiantes que visitaron el complejo. Los caminos de Ranrapata son utilizados por los campesinos. Foto: Jorge Calderón Una de esas investigaciones se centró en la arquitectura de la ciudadela fortificada, menciona un docente del colegio Manuel Scorza Torres, institución educativa en la que actualmente se ejecuta un proyecto de Ecoturismo Escolar. Y es que la capacidad constructiva de los astos de Ranrapata queda en evidencia en sus rígidas casas con bases circulares, en sus templos rectangulares, en sus terrazas o andenes agrícolas y en los cinco torreones desde el cual vigilaban el panorama altoandino.