¡Papá, la bendición! 

¡Papá, la bendición!
El SEÑOR te bendiga y te guarde; 25 El SEÑOR haga resplandecer Su rostro sobre ti,
Y tenga de ti misericordia; 26 El SEÑOR alce sobre ti Su rostro, Y te dé paz”.
Números 6:24-26
Estas son las palabras de la muy conocida bendición sacerdotal, fueron ordenadas por Dios a través de Moisés como las palabras que los sacerdotes pronunciarían sobre Israel para bendecirlos y ser bendecidos por Dios (vr.27).
Una práctica muy hermosa que he visto en algunas regiones del país, es que los hijos antes de salir de casa piden a sus padres la bendición. ¡Papá, la bendición! Le dijo mi esposa a su padre en una de mis visitas, eso me impactó profundamente. Hay un reconocimiento de autoridad a su padre, a la vez que hay un deseo de contar con la bendición de Dios en su salida. ¿Qué bendición se contiene en esta oración?
¡El Señor te bendiga y te guarde! Me gustaba hace algunos años ver el programa 1000 maneras de morir, cada vez que terminaba un episodio, yo agradecía a Dios por su cuidado, porque descubría la fragilidad de mi vida y la necesidad de su bendición. Vivimos en un mundo lleno de peligros y necesitamos cada día vivir con la convicción que, si seguimos vivos, es porque Dios nos ha guardado la vida.
¡El SEÑOR haga resplandecer Su rostro sobre ti, y tenga de ti misericordia! Moisés había experimentado físicamente esta bendición, luego de descender del monte o estar en el tabernáculo, su rostro, dice la Escritura, resplandecía (Éxodo 34:29). Que hermosa bendición es esta, conducirnos por la vida con el resplandor de la gloria de Dios en nosotros; lo ideal sería que cuando nuestros hijos, esposo, jefe, compañeros vean nuestro rostro, vean a Dios. Pero también, ese resplandor en Moisés señalaba que Dios había tenido misericordia de él pues no había muerto en su presencia. Conducirnos en la vida no solo con el reflejo sino con la tercera persona de la trinidad dentro de nosotros, requiere esta bendición; Dios tenga misericordia de mí, cuando no vivo como es digno del que vive en mí.
Finalmente, ¡El SEÑOR alce sobre ti Su rostro, y te dé paz! El rostro del Señor levantándose sobre nosotros es una forma hermosa de describir su aprobación y favor. Ante las bifurcaciones del camino y la incertidumbre de no saber en ocasiones cuál tomar, es una gran bendición escuchar que tenemos el favor del Señor y quizás una forma típica que acompaña eso, es esa sensación de paz. La paz no viene como fruto de la decisión correcta, sino de contar siempre con el favor del Señor.
Yo te bendigo como ministro del evangelio en este día con estas palabras: “El SEÑOR te bendiga y te guarde; 25 El SEÑOR haga resplandecer Su rostro sobre ti, y tenga de ti misericordia; 26 El SEÑOR alce sobre ti Su rostro, y te dé paz”.