La semana pasada estudiamos con respecto a la grandeza del privilegio que tenemos de servir a nuestro Dios en la predicación del evangelio de Cristo. También hablamos sobre nuestra responsabilidad de servir al Señor con integridad, tanto en nuestra manera de vivir como en proclamar con fidelidad que Jesucristo es el Señor.
Ahora bien, ante la magnitud de este privilegio, es fácil que nuestro corazón nos engañe para llevarnos a pensar que merecemos dicha bendición o que se nos ha concedido porque somos capaces, fuertes, inteligentes o importantes.
Sin embargo, nada puede estar más lejos de la verdad, en los textos que estaremos examinando el día de hoy veremos que no existe nada en nosotros que nos haga dignos de dicho privilegio. Al contrario, nosotros somos seres débiles y frágiles en los cuales Dios eligió poner este tesoro para mostrar Su poder y gloria. Esto deja fuera toda jactancia de nuestra parte.
El entender y aceptar con humildad este principio es clave para poder servir al Señor con perseverancia a pesar de todas las aflicciones que vienen con el ministerio. Pues es cuando somos débiles, que somos fuertes, pero no por nosotros mismos; sino porque es en condición de dificultad, flaqueza, incapacidad, vulnerabilidad y debilidad, en que se manifiesta el poder y la vida de Dios en nosotros.
Preguntas para Grupos Casa:
1. Según el v.7 ¿Cuál es el tesoro? ¿Quiénes son los vasos de barro? ¿Cuáles son las implicaciones de esto? ¿Por qué dispuso Dios que esto fuera así?
2. Según los v.8-10 ¿Qué ejemplos nos da Pablo de los desafíos que encontró haciendo el ministerio? ¿Los sufriremos nosotros?
3. Según los v.8-11 ¿Cómo manifestó Dios Su poder en el ministerio de Pablo y sus colaboradores? ¿Cómo lo manifestara en nuestro ministerio?
4. Según el v.12 ¿Cuál es el fruto de dar nuestras vidas en la obra del ministerio? ¿Deseamos ver este fruto? ¿Qué estamos haciendo para verlo?
23 сен 2024
