Con un “decreto del Führer” aprobado con gran carga simbólica el 30 de enero de 1937, aniversario de la toma de poder, Hitler nombró a Speer “inspector general de Edificaciones para la capital del Reich”. Desde entonces, dispuso de competencias análogas a las de un ministro, y que él supo ampliar con la vista puesta en el poder. Así, el inspector adoptaba medidas y disposiciones encaminadas a conseguir una imagen urbana unitaria de Berlín. Además, alrededor de la mitad de la superficie de la ciudad fue declarada zona de interés. Allí, la institución del inspector tenía derecho de veto sobre todas las construcciones, calles y parques. No solo constructores privados, sino también las autoridades del Reich, del Estado de Prusia y de la capital del Reich debían someterse al GBI, siglas alemanas del cargo del inspector. Esto provocó conflictos con la administración municipal de Berlín. Cuando en julio de 1940 el alcalde Julius Lippert, a pesar de sus excelentes vínculos con el NSDAP, se negó a cumplir órdenes unilaterales del GBI, Speer hizo que le despidieran de inmediato.
El GBI preparó la demolición de barrios enteros de la ciudad para acomodar en el mapa urbano los dos grandes ejes proyectados. Había que demoler para ello 53.000 viviendas que albergaban a 150.000 personas. La persistente escasez de vivienda en Berlín se agudizó. Karl Maria Hettlage, el especialista de Speer en temas administrativos, ideó una solución infame: los judíos quedarían registrados en un archivo y expulsados de sus casas, que serían cedidas a “camaradas del pueblo” y ofrecidas como compensación a víctimas de desplazamientos forzosos. Con ayuda de este archivo surgirían más tarde las listas de deportación de la Gestapo, que se usaron para llevar a los judíos berlineses a los campos de exterminio.
13 авг 2021