El rancho de la hormiga, así lo conocimos y disfrutamos los niños en la década de los 40 y 50, donde había juegos infantiles, renta de bicicletas y venta de golosinas, vivimos como poco a poco esa residencia presidencial le fue robando espacios al bosque para satisfacer los gustos y aficiones o caprichos de los presidentes que ocuparon ese lugar incluyendo vialidades e hicieron zona prohibida para los mortales comunes, que bueno que se le devolvió al pueblo sus espacios robados