Cuando observamos una panorámica general desde la cima del cerro del castillo de Aracena, el espectáculo está servido; las imágenes hablan por sí solas. Alegría, luz, belleza y unos impresionantes contrastes de colores. Así, podemos observar un infinito verde que domina los suaves plegamientos de una majestuosa sierra. Y es que los caprichosos quercus (principalmente encinas y alcornoques) se enamoraron de estas tierras…
El comentado cerro-mirador nos puede comentar muchas historias acaecidas en el lugar, prueba de ello es la multitud de restos arqueológicos que durante años se vienen excavando y estudiando. De esta forma podemos saber que en el lugar, en época de Al-Ándalus, existió una población que fue el origen de la actual Aracena, la cual se puede identificar con el iqlim o distrito islámico de Qartasana, de la Cora de Sevilla (la palabra Aracena podría derivar de “Aretiena” o “Arciena”, nombre del propietario de una villa romana en la zona).
En estos momentos se está excavando el lugar, saliendo a la luz este asentamiento árabe, correspondiente a la etapa que circula entre el final del Califato de Córdoba y el inicio del primer Reino de Taifa; nos acercamos a la mitad del siglo XI, primeros momentos de ocupación islámica del lugar. La ocupación duró hasta mediados del siglo XIII, momento en que se produce la reconquista cristiana.
Fueron las tropas portuguesas a través de la Orden del Hospital las que reconquistaron estas tierras. Y los caballeros hospitalarios arrasaron las viviendas andalusíes para en su lugar construir el famoso castillo de Aracena.
Este castillo, por tanto, presenta una analogía estructural con los castillos portugueses. Presenta un núcleo central protegido por torres rectangulares y dividido en dos zonas, una con torre del alcaide y aljibe y otra mayor para la guarnición que contaba también con su aljibe, una barbacana que rodeaba todo el recinto y una cerca de grandes proporciones que servía para albergar a los primeros repobladores. La fecha de construcción de la fortaleza oscilaría entre 1233, fecha de la conquista portuguesa, y 1267, momento de cesión a la corona castellana.
Pero la cima de esa montaña que domina la población no solo es monopolio del sentamiento árabe y el castillo. Allí se encuentra la Iglesia Prioral, iglesia que inicia su construcción a finales del siglo XIII y que toma nombre de la patrona de la localidad, Nuestra Señora del Mayor Dolor. Consta de tres naves con bóvedas nervadas de esquema estrellado que descansan sobre esbeltos pilares. Una torre mudéjar con decoración a sebka nos acerca a los aromas de la Giralda.
Entre tanta historia interesante, cargada de arte, y ese paradisíaco escenario vegetal, emerge la nacárea figura de su núcleo urbano, con su caserío típico serrano. Y es que el crecimiento urbano también está hermanado con la historia. A ese núcleo inicial intramuros ya comentado, se le añade a mediados del siglo XIV, ya en manos de Castilla, una segunda cerca para permitir la extensión del caserío. Con el paso del tiempo la población se expandió por sus laderas y conquistó el valle que se extendía a sus pies.
Durante los siglos XV y XVI, el centro neurálgico de la población fue la Plaza Alta, donde se construyeron el Cabildo y la iglesia parroquial de la Asunción. Y la expansión urbanística continuó…
Estas imágenes no hubiesen sido posibles sin la colaboración del Excmo. Ayuntamiento de Aracena a través de Ana, la máxima responsable del Área de Cultura y de Eduardo, arqueólogo del Ayuntamiento. Tambíen ha jugado un papel importante en esta grabación Inmaculada, arquitecto y excelente conocedora de la entrañas del castillo de Aracena. A todos ellos, gracias.
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26 окт 2018
