BONARES - HUELVA 

“En las fronteras de las mentiras y verdades...
los pinos de mi Bonares, y el azul del cielo...
viento y ave, resplandor de resplandores...
La estrella se despierta, y en el pozo de mi calle
no quiere, que se vaya la noche...
para ver, los reflejos cristalinos, que tiene mi pozo
reflejos de mis cruces de mayo...
mi calle se llama del pozo, y está en Bonares...
cantando voy, llorando tal vez...”.
Después de haber estado entre sombras, sombras de colección de un laboratorio natural como es el Arboreto de “El Villar”, una de las más amplias colecciones vivas de eucaliptos, con más de 70 variedades sobre unas 70 hectáreas, atravesadas por el arroyo Palomeras, y tras recorrer unos 10 kilómetros, nos quedamos impresionados cuando ante nuestros ojos se alza la luz y la silueta de la bella Bonares. ¿Qué mejor manera de retener esa imagen, esa impresión, que lanzar a volar nuestro artilugio mágico para guardar dichas imágenes en su, nuestras memorias?.
Nos llamó la atención que Bonares, municipio de la provincia de Huelva, a orillas del río Tinto, se hallara en un alcor, más bien entre alcores (colinas), con un casco urbano de orografía muy accidentada, con calles con una considerable inclinación; nos pareció por un momento que estábamos en un municipio serrano.
Tras el vuelo nos aposentamos en un bar para repostar energías. Allí nos encontramos a un adulto bonariego que se entusiasmó contándonos cosas del pueblo. Así, nos contó que el nombre de Bonares parece ser que es de influencia tartésica, nacido de la finca denominada “Los Bojeos”, cercana al río Tinto, y en la que aparecieron restos de una villa romana perteneciente, probablemente, al siglo I d.C.
Que Bonares vivió con seguridad el paso y el peso de cuantas culturas tomaron asiento en nuestra provincia. Desde la esplendorosa Tartessos, con las dinastías divinas, míticas, de Gerión y de Gárgoris, o del fecundo y largo reinado de Argantonio, hasta la colonización romana; visigodos, con asentamientos castrenses; conquista musulmana; conquista de Alfonso X el Sabio...
La historia de Bonares hay que buscarla en la propia vida del Condado de Niebla y como elemento inseparable de tan grande conjunto.
Partimos, pues, de 1.369, cuando Niebla se convierte en Condado, a favor de Juan Alonso Pérez de Guzmán y Osorio, noble castellano perteneciente a la casa de Medina Sidonia, IV señor de Sanlúcar, I señor de Ayamonte, Lepe y La Redondela y I conde de Niebla. El Condado de Niebla, con la ciudad de su nombre como cabecera, aparecía sembrado de aldeas, cuyo volumen y número aumentó en el siglo XV: Beas, Trigueros, Rociana, Villarrasa, Lucena, Calañas, Facanías (luego se llamaría Valverde del Camino), Puebla de Guzmán, El Alosno, El Almendro, Santa Bárbara, etc.
También nos contó que los 6.282 habitantes de Bonares (bonariegos) basan principalmente su economía en la agricultura, imponiéndose últimamente la de regadío (fresas y frambuesas), sin olvidar la tradicional de viñedos y olivares.
Entre charlas degustamos unas tostás con aceite, ajo y bacalao, y un poco de revoltillo de cordero, exquisitos; dejamos pendiente para otra estación del año probar las vinagreras de espinacas silvestres.
Pasamos junto a la neoclásica Iglesia Parroquial del siglo XVIII, cuya titular es Nuestra Señora de la Asunción, uno de los edificios más emblemáticos de la localidad.
Le dimos la palabra de que la tercera semana de mayo del próximo año visitaremos “Las Cruces de Mayo”, evento de indudable valor de la artesanía popular. En el trazado de sus calles se encuentran las Capillas donde se ubican dichas cruces.
Las Cruces de Mayo de Bonares están catalogadas de Interés Turístico Nacional de Andalucía y están incluidas en el Catálogo General de Bienes de Interés Histórico de Andalucía.
Terminamos la charla con alegría y recordando a todos los taberneros que en otra época salieron de Bonares y entre los que se encontraba el propietario de la hoy desaparecida taberna de "Juan el de Bonares", en la onubense barriada de Las Colonias; recuerdos de otros tiempos que hoy nos han venido a la memoria al alzar el vuelo en esta bonita localidad.
El Sr. Aranda de copiloto, guió una vez más el timón de nuestra nave de la ilusión estelar.
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