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Se requiere la misma cantidad de energía creer que algo saldrá bien que para preocuparse, puede pasarse el día pensando: “Uy los precios suben, no sé si podré mandar a mis hijos a la universidad, que tal si no recibo el aumento, si no recibo la beca, y si pierdo este cliente no sé cómo le voy a hacer”. Puede usar su energía para preocuparse así o puede emplear esa misma energía y decir: “Padre, gracias por suplir todas mis necesidades, dijiste que te complaces en prosperarme, dijiste que abrirías las ventanas del cielo y derramarías bendiciones hasta que sobreabunde”.
Lo que sea que esté creyendo, en vez de magnificar lo negativo, de preocuparse, hay una promesa sobre la cual pararse. Durante el día deje que se repita en su mente: Dios, dijiste que das sabiduría a los que viven rectamente, dijiste que tu favor me rodea como escudo, dijiste que la senda del justo es más y más brillante. La razón por la que es tan importante tener una promesa en la cual enfocarse es porque Dios no está obligado a hacer que suceda lo que decimos, sino, está obligado a hacer que suceda lo que Él dice. Cuando puede decir: Dios, dijiste que prosperaría y viviría con salud, Dios, dijiste que siempre nos haces triunfar, Dios, dijiste que mis días postreros serán mejores que los primeros. Cuando Dios oye sus promesas saliendo de su boca les dice a sus ángeles: vayan a trabajar, apúrense, háganlo suceder. Dios es fiel a su palabra.
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4 окт 2024
