En este vídeo regresamos a mi época favorita: el Renacimiento. Y lo hacemos con una de sus obras más emblemáticas, de la que puede decirse que inaugura el Quattrocento en arquitectura: la Cúpula de Santa Maria del Fiore, es decir, de la Catedral de Florencia, obra de Filippo Brunelleschi.
Construida entre 1420 y 1436, la cúpula del Duomo de Florencia es extraordinaria en muchos aspectos: cuando nadie sabía cómo cubrir el inmenso espacio dejado por Arnolfo di Cambio (el arquitecto constructor de la catedral), de 43m. de diámetro, Brunelleschi presentó un proyecto innovador que preveía la construcción de dos cúpulas, una interior, más gruesa y robusta y con 24 nervios como estructura de sujeción, y otra externa, más fina y ligera y con tan sólo 8 nervios (llamados costoloni en italiano), hechos en mármol blanco que destaca sobre el rojo de las tejas y le da ese aspecto tan bello y airoso.
Su técnica constructiva, a base de ladrillos colocados en espina de pez, le permitió que la cúpula “creciera sobre sí misma” sin necesidad de andamios, que era la forma de construir en el Gótico pero que se hacía imposible para un espacio tan enorme.
Anécdota histórica: Lorenzo Ghiberti había vencido a Brunelleschi en el concurso de 1401 para las segundas puertas del Baptisterio de Florencia (próximamente publicaré un vídeo sobre el tema), por lo que el primero tenía más fama y prestigio que el segundo. Por ello se nombró a ambos directores de obras de la cúpula, a pesar de que el proyecto ganador era el de Brunelleschi. Este, ofendido, y consciente de que Ghiberti no era capaz de dirigir las obras (era un excelente escultor y orfebre pero no buen arquitecto o ingeniero), se fingió enfermo y se ausentó de la obra durante semanas. Aquello fue un desastre, el propio Ghiberti admitió no ser capaz de resolver los mil y un problemas que surgían a diario, por lo que se rogó a Brunelleschi que volviera al trabajo, esta vez como director único del proyecto. Sí amigos, lucha de egos en el Renacimiento!
22 окт 2024