Cae la noche y las calles de la ciudad quedan desiertas, después de otro día cargado de tensión. No hay toque de queda, como advierten las fake news que circulan por Whatsapp, pero no fue necesario tomar esa medida. La población la adoptó de manera espontánea y unilateral por el riesgo que significa algo tan normal como caminar por la calle.
La sensación que se expande en Rosario cuando uno la recorre -como lo hizo en la noche del lunes un equipo de LA NACION- retrotrae a los tiempos de pandemia. El virus es el poder narco que opera desde las cárceles y que desde hace una semana se expandió con la sangre de cuatro “inocentes”, e impuso la nueva forma en la que se debe vivir en Rosario, con terror. La calle es el escenario de una guerra en la que cualquiera puede ser el elegido de los sicarios, como ocurrió el sábado con Bruno Bussanich, que fue ejecutado dentro de su oficina en una estación de servicio.
Cristian, de 27 años, su compañero, tiene un nudo en la garganta. Si los sicarios elegían otro día él podría haber sido la víctima, porque está en el horario de la noche. “El muerto iba a ser yo si pasaba un par de días después. Dormir con esa sensación es muy feo”, dice a LA NACION. Ahora en la calle hay un patrullero con dos policías que hacen controles a los autos que pasan por calle Mendoza. A las 22 la estación de servicio cierra, pero los empleados tienen miedo de volver a sus casas. No hay colectivos, ni taxis.
“Tratamos de cuidarnos entre nosotros”, apunta una joven que prefiere no dar su nombre. En el rostro de los empleados se trasluce el miedo y el dolor por la muerte de Bruno, que tenía 25 años y hacía un solo mes que había comenzado a trabajar allí. “Era un pibe feliz, siempre con buena onda”, recuerda Cristian, que llegó a la escena del hecho unos minutos después y el domingo fue al velorio de su compañero. “No sé qué imagen es más dura, porque es una atrás de la otra: estar acá y ver el dolor de su familia cuando se entera o cuando lo estaban velando… todo horrible”. “Lo eligieron al azar para matarlo. Lo que te da miedo es que fue él pero podría haber sido alguno de nosotros. Es una ruleta rusa”, reflexiona otro empleado.
16 сен 2024