Conoce las diferentes clases de Agua Bendita. Conoce además el uso de la Sal y el Aceite como Sacramentales.
Santa Teresa de Jesús escribió: "Tengo mucha experiencia de que no hay nada como el agua bendita para hacer huir al demonio y que no vuelva".
Santo Tomás de Aquino en la Suma Teológica explica que el agua bendita es un arma tan poderosa que, siempre y cuando haya arrepentimiento, puede perdonar los pecados veniales.
Al igual que Tomás de Aquino y Teresa de Ávila son innumerables los testimonios de santos y fieles que han sido testigos del poder del agua bendita, el cual, además de recordar a los fieles el bautismo y ser un signo de purificación, es un arma infalible contra el demonio.
El agua bendita es un sacramental, instituido por la Iglesia y como todos los sacramentales, "tiene como objetivo principal glorificar a Dios por sus dones, impetrar sus beneficios y alejar del mundo el poder del maligno (ib.11),
El agua bendita ha gozado siempre de gran veneración en la Iglesia y constituye uno de los signos que con frecuencia se usa para bendecir a los fieles y también a los objetos.
El libro de los Salmos refleja así el uso del agua:
"Rocíame con el hisopo, y quedaré limpio; lávame: quedaré más blanco que la nieve" (Sal 50,9).
Y el Señor promete:
"Derramaré sobre vosotros un agua pura que os purificará; de todas vuestras inmundicias e idolatrías os he de purificar" (Ez 36, 25).
En la tradición bíblica de Israel son muchas las indicaciones de veneración por el agua:
El Espíritu divino planea sobre las aguas primordiales, dando vida por ellas a todas las criaturas (Gén 1,2).
Es el agua del Jordán, donde Jesús es bautizado, el comienzo del bautismo cristiano; es el agua, como dice San Cirilo de Alejandría (+444), "el principio del Evangelio", como antes fue "el principio del mundo" (Catequesis III,5).
Se sirve Dios del agua en la piscina de Betsaida para sanar a los enfermos (Jn 5,1-9).
Y enseña Jesús a Nicodemo que los hombres nuevos han de nacer de nuevo "del agua y del Espíritu" (Jn 3,5).
Los cristianos, pues, desde el principio veneran siempre el agua, viendo en esa criatura el inicio de la primera creación y el comienzo de la creación nueva. Esta transformación del mundo por la gracia de Cristo es elocuentemente anunciada en Caná, donde el Nuevo Adán convierte el agua en vino (Jn 2,1-11). En el pozo de Jacob se manifiesta Jesús a la samaritana (Jn 4,6), y después a todo el pueblo, como fuente inagotable de una agua que da la vida eterna: "si alguno tiene sed, venga a mí y beba" (7,37-39).
Ninguna religión, ciertamente, tiene tantos motivos como el Cristianismo para venerar el agua y para convertirla, con la gracia de Cristo, en uno de sus sacramentales más preciosos.
19 мар 2024