La ruta de Suances a San Vicente de la Barquera, en la parte costera occidental de Cantabria, transita por paisajes agrestes, carreteras flanqueadas por las sierras del interior y bonitos acantilados, donde convive el campo y la mar de Cantabria, junto a extensos pastizales y suaves colinas entre las calas, playas, y sus puertos pesqueros.
Comenzamos en Suances, una villa marinera convertida en un referente turístico de Cantabria por sus playas salvajes, la belleza de su costa, su bulliciosa zona de fiesta en la parte baja del puerto y el paseo marítimo, y su gran oferta hostelera.
Desde la prehistoria fue enclave de interés, siendo el “Portus Blendium” de los romanos, donde finalizaba la calzada romana que unía la meseta con la costa. El Faro y las Murallas defensivas de El Torco vigilaban la entrada a su puerto.
La playa salvaje de los Locos está entre los acantilados. En las márgenes de la desembocadura de la Ría San Martín, “Los Cantos” es un pequeño puerto pesquero y recreativo.
La playa de La Concha es la más popular y concurrida, y el área de dunas es un espacio natural protegido con pasarelas de madera y miradores para acceder a la playa. El paseo marítimo, de un kilómetro y medio, une la playa de La Concha con la de La Ribera.
En la parte alta esta el centro de Suances, con estructura arquitectónica moderna y lugares tradicionales como el antiguo Colegio San José de 1911, o la Iglesia de Nuestra Señora de Las Lindes, de principios del siglo XVII. En la plaza de Viares, está la Casa del Ayuntamiento de finales del siglo XIX.
Entre Tagle y Ubiarco está la playa de Santa Justa, perteneciente al municipio de Santillana del Mar, así llamada porque empotrada en el acantilado se ubica una ermita, semiexcavada en la roca en forma de bóveda, en honor de esa santa que data del siglo XVI, aunque desde el siglo XII existía una gran devoción a Santa Justa por una ermita anterior.
En lo alto del acantilado que separa la playa de El Sable, del municipio de Suances, de la ensenada de Santa Justa, se alzan los restos de la Torre de San Telmo, antigua atalaya medieval que sirvió de observatorio y punto de referencia de navíos, además de bastión y defensa contra las invasiones.
De aquí llegamos a Santillana del Mar, un conjunto histórico-artístico de origen medieval, incluido entre los “pueblos más bonitos de España” y elegido Capital del Turismo Rural en 2019, de entre 215 municipios del país.
Un grupo de monjes peregrinos construyó una pequeña ermita para exponer las reliquias de la mártir Santa Juliana de Bitinia, perseguida por el emperador Diocleciano en el siglo III. En el siglo IX, se convirtió en Monasterio, pasando a ser colegiata en el XII, y el exponente más importante del arte románico en Cantabria.
En torno a ella, creció una aldea adoptando el nombre de “Sancta Iuliana” para derivar más tarde en Santillana, con un importante dominio territorial de las Asturias de Santillana, instalándose aquí importantes nobles y familias del Reino de Castilla. En 1.445, el rey Juan II concedió el señorío de la villa al primer Marqués de Santillana y sus sucesores, los Duques del infantado.
Desde Santillana, se llega hasta el Museo Nacional y Centro de Investigación de Altamira, uno de los atractivos turísticos más visitados de Cantabria por albergar la Cueva de Altamira, considerada la “Capilla Sixtina” del arte cuaternario.
Tras atravesar Cóbreces, con la bonita playa la de Luaña, casonas montañesas del siglo XVIII, y edificios religiosos como la Abadía Cisterciense de Santa María de Viaceli, llegamos a Comillas, lugar de veraneo real que alberga edificios con gran valor arquitectónico como el Palacio de Sobrellano, la Universidad Pontificia o el Capricho de Gaudí. Su pequeño puerto, bordeado de tabernas típicas, sigue manteniendo su actividad pesquera.
Sus primeros pobladores se remontan a la prehistoria, en cuevas como La Meaza. En la Edad Antigua existió un castillo cerca de la zona urbana.
Los notables edificios de la villa son de arquitectura modernista de la escuela catalana de finales del siglo XIX y principios del XX.
Continuamos camino atravesando el Parque Natural de Oyambre, una de las zonas litorales más bellas de Cantabria, para llega a San Vicente de la Barquera. Villa marinera y pesquera, con magníficas playas, su puerto es el corazón de su actividad y uno de los más importantes de la región.
No se sabe mucho de los primeros asentamientos, pero fue la Portus Vereasueca romana por su posición estratégica junto a la bahía. Fundada por Alfonso I de Asturias en la Alta edad Media se alzó un castillo y a su alrededor la villa, tomando el nombre de un mártir aragonés en el siglo XIII.
Sus puentes son un signo de identidad, el de la Maza del siglo XVI, de piedra con 28 ojos, y el del Parral o de la Barquera del siglo XVIII.
8 сен 2024
