Los talentos y dones que el Señor nos ha dado y todos hemos recibido alguno no sirven de nada sin un buen par de agallas. Sea lo que sea que se nos haya entregado, tenemos que correr riesgos para usarlos para Dios. Sin embargo, a veces permitimos que sean nuestros miedos los que dicten nuestras decisiones o, lo que es peor, tenemos tanto miedo de tomar una decisión incorrecta, que nos paralizamos y no tomamos ninguna. Si queremos multiplicar y negociar los talentos que Dios nos regaló, necesitamos salir de los cómodos confines de nuestros guetos cristianos. ¡Cuando el Señor nos llama siempre es difícil, siempre es arriesgado, y siempre nos obliga a crecer!
9 сен 2024