Hermanos y hermanas, la vida y la muerte son dos realidades que nos confrontan constantemente. La vida, un regalo divino, nos ofrece oportunidades para amar, crecer y servir. Sin embargo, la muerte, aunque temida, es inevitable en nuestra existencia terrenal.
En la Biblia, encontramos la promesa de vida eterna a través de Jesucristo. Él dijo: "Yo soy el camino, la verdad y la vida; nadie viene al Padre sino por mí." (Juan 14:6) Esta declaración nos muestra que la vida eterna no se encuentra en nuestras obras o logros, sino en la relación con Cristo.
La muerte física es solo el principio de una vida eterna con Dios para aquellos que creen en Él. Es un paso hacia la eternidad, donde no hay más dolor ni sufrimiento, sino gozo y paz en la presencia del Señor.
La pregunta crucial es: ¿Estamos viviendo cada día con la certeza de esta vida eterna? ¿Estamos invirtiendo en lo que realmente importa para la eternidad? Jesús nos anima a buscar primero el Reino de Dios y su justicia.
Vivir una vida plena en Cristo significa no temer a la muerte física, sino abrazarla como la puerta hacia una vida eterna con nuestro Creador. No desperdiciemos nuestros días terrenales, sino vivamos con propósito y esperanza, sabiendo que la muerte no tiene la última palabra, ¡la vida eterna en Cristo lo hace!
Que esta verdad nos motive a compartir el amor de Cristo con otros, para que también puedan experimentar la dicha de una vida eterna en la presencia de nuestro Salvador.
Oremos juntos para que podamos vivir cada día con la esperanza y la confianza en la promesa de vida eterna que nos ofrece Jesús. Amén.
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29 ноя 2023
