El que no haya mentido o tomado algo ajeno durante su infancia, que arroje la primera piedra. Un juguete que nuestros padres no nos quisieron o pudieron comprar; unos dulces en la tienda; los colores de algún compañero; unos plumones, o hasta polvitos de colores. El hecho es que en la infancia aprendemos que no todo lo que nos gusta nos puede pertenecer.
El niño que roba no lo hace con el afán de perjudicar, y lo mismo podríamos decir de la mentira. De hecho, hay quienes dicen que la mentira tiene la función de ayudarle al niño a entender que sus padres y él son sujetos separados. El niño entiende que sus padres, por muy poderosos que los crea, no pueden leer su pensamiento. Sin embargo, ni el robo ni la mentira deben quedar sin consecuencias; es decir, el niño debe asumir su responsabilidad y resarcir el daño.
¿Qué pasa cuando los padres justifican las mentiras y/o los robos? ¿Por qué le hacemos más daño al niño cuando lo escudamos, que cuando hacemos que responda por sus acciones? ¿Hasta dónde y cómo debemos de reprender la acción?
En Diálogos en confianza: "Niños que roban y mienten".
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12 сен 2024