El viejo Saúl era un campesino bueno, creyente y practicante de la palabra de Dios.
Todas las tardes, solía acudir a la vieja capilla del pueblo a orar y de esta manera agradecer al creador por haberle concedido un día más de buena salud y a la vez pedirle que los días venideros sean iguales o mejores.
Una de esas tardes, al sentarse en la última fila de los bancos en la casa de Dios, se inclinó sobre sus talones, en un ángulo tranquilo para empezar sus oraciones.
Cuando en eso se dio cuenta que una lechuza se estaba encaramando por una abertura del cielo razo de la capilla...
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4 окт 2024