El Dr. Jekyll and Mr. Hyde: la lucha del bien y el mal
Desde la adolescencia, el escritor escocés Robert Louis Stevenson, le daba vueltas a una historia sobre William Brodie un diácono de su ciudad (Edimburgo) que en el Siglo XVIII, se había convertido en un siniestro bandido que fue ajusticiado en 1788 y aunque a los 15 años escribió un drama teatral llamado: Diácono Brodie o la Doble Vida, la obra pasó inadvertida y muy pronto fue olvidada.
Sin embargo, Stevenson seguía obsesionado con este caso y una noche de 1885 cayó en una terrible pesadilla de la que lo despertó su esposa y él se enojó porque justamente en ese sueño el mismo Brodie le pedía que contara su historia y le contaba detalles de su Personalidad Escindida. Inmediatamente se sentó a escribirla y en tres días terminó la magistral obra: El extraño caso del Dr. Jekyll and Mr. Hyde, que se convirtió en un éxito editorial y en fuente de análisis para Sigmund Freud dentro de sus estudios sobre la esquizofrenia.
En la obra, Stevenson recrea a un médico que sin previo aviso se convierte en un criminal y para evitar esas transformaciones intempestivas crea una pócima que al beberla lo devuelve a su estado natural, pero llega un momento en el que de tanto usarla pierde su efecto y ya no puede controlar los impulsos de su otro yo.
Para construir la historia recurrió -entonces-, a la pesadilla que tuvo con el diácono de Edimburgo William Brodie, nacido en 1741, quien además de su rol en la iglesia, era un prestigioso ebanista, líder de su comunidad, presidente de jurado en causas criminales y presidente de varias fundaciones altruistas, pero en las noches, durante 18 años, fue un avezado criminal que robaba bancos y asesinaba, sin dejar pistas.
Sin embargo, una noche la policía estuvo a punto de capturarlo tras un asalto, pero en esa ocasión uno de los miembros de su banda sí fue apresado y para escapar de la pena de muerte lo delató. Aunque Mason Brodie, logró escapar al continente, fue detenido en Amsterdam y devuelto a Edimburgo en donde se le juzgó y condenó a la horca, pero que según la leyenda-, el día de su ejecución deslizó en su garganta un pequeño tubo de plata y ajustó a su cuello -con la complicidad del verdugo una malla de alambre que al parecer le salvó la vida y el médico al que también había sobornado certificó su muerte. Aún se afirma que vivió muchos años más en el anonimato, a pesar de que su nombre está inscrito en una tumba que se encuentra detrás de la Capilla del Bienestar de Edimburgo.
Pese a que en Edimburgo borraron todo rastro de su memoria, Robert Louis Stevenson se encargó de inmortalizarlo en su obra El extraño caso del Dr. Jekyll and Mr. Hyde,
¿Y…lógico?
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28 окт 2024