Como cualquier producción artística, se puede enfocar desde muy diversos puntos de vista, claro está, en relación con los gustos y preferencias de un público, que constituye siempre el objetivo al que va dedicado una obra. Sin embargo, no se debe olvidar que la obra, aunque dirigida a los aficionados, surge del espíritu del artista; y es ese grado de desencuentro precisamente, la base del éxito o fracaso. El artista que se estudia en estas líneas tiene una obra escasa, pero intensísima. Miguel, por desgracia sólo tuvo dos discos, aunque sus creaciones no se limitan al contenido recogido en los mismos, de hecho, en todo genio es ineludible la improvisación, y El Niño Miguel, no dejó de improvisar, este hecho alcanza su máximo grado en la ejecución con carencia de cuerdas ¿Acaso una persona que toca con dos cuerdas no tiene que improvisar? Existe un viejo dicho: “Es más listo que el hambre” y es aplicable en su totalidad al caso de nuestro protagonista, porque era más listo que la mima ausencia de recursos, superó esta circunstancia, y llegó a la culminación de tocar con tres cuerdas entre guitarristas no concentrados en ese momento, los cuales quedaron embelesados al darse cuenta del hecho, según palabras de José Luis Rodríguez en la sombra de las cuerdas. Pero esas creaciones improvisadas, esas múltiples falsetas acrisoladas en circunstancias adversas como normales, no están oficialmente recogidas. Quizá alguno de los vídeos que se adjuntan muestre alguna.
Los griegos afirmaban que la música pierde su valor de exaltar los sentimientos, de sacar a flote nostalgias, pena, alegría y otras vivencias del espíritu cuando entra en el virtuosismo. Por el contrario, las obras o partes de ella que requieren una gran habilidad por parte del instrumentista, suscitan la admiración del oyente, pero no se les toca la fibra emotiva; como, por ejemplo, el espectacular picado de la segunda parte de la rumba “Entre dos Aguas” de Paco de Lucía, la cual, que si bien la primera parte es mucho más sencilla, y carece de la vehemencia ejecutora de su segunda mitad, sin embargo las notas en la prima y segunda cuerda despiertan en el oyente sensible, mayores sugestiones emotivas. Por eso, y si se tiene en cuenta que pedir la creación de obras maestras año por año es excesivo para cualquier autor, el segundo disco de “El Niño Miguel”, llamado “Diferente”, carece de la dificultad del primero, pero por supuesto, y si se tiene en cuenta cuanto se ha dicho, no por eso deja de ser una gran obra. No se puede pedir más a un año de distancia de un disco que causó tal sensación; además, en él incluye obras como el Vals “Lamento”, de gran belleza por su tono subjetivo que, repito, pude hacer que en un oyente sensible motive determinadas sensaciones.
“Embrujo y magia”, la llamada siempre por él “Zambra Mora”, es una pieza fácil. El toque con los intervalos musicales que incluyen los semitonos precisos, en sitios puntuales de la melodía, para emular la música del Islam, tiene numerosos precedentes en el flamenco, como también en toda la música de ámbito hispánico. La causa, sencillamente está en las raíces islámicas de la Península Ibérica, debido a la dominación musulmana durante casi ocho siglos, sobre todo en Andalucía (Al Andalus). La pieza se deja empapar del influjo islámico sobre todo al principio, donde tras unos acordes con la sencilla posición de un solo dedo de la mano izquierda en diferentes espacios del diapasón, simula toda una orquestación; a mí, especialmente, me recuerda a las bandas sonoras de las antiguas películas de guerras de arma blanca, cuando se enfrentaban para las batallas. Imposible conseguir tanta excelsitud sonora con sólo tender los dedos índices y anular de la mano izquierda, así de sencillo. Tras ese espectacular inicio le sigue la melodía con los característicos semitonos de origen musulmán. Lo que viene después, no tiene nada que ver con este tipo de música, salvo el final. La cuerda sexta, es decir, el bordón, está afinado en “re”, y lo más destacable del tema es la constancia del rimo, el mecimiento de los tonos en un vaivén que dota esta música de un vivo dinamismo a velocidad constante. a excepción del final, en el que tiene lugar una verdadera aceleración. Podríamos resumir que aunque sencilla de cumplimiento, logra una sensación de movilidad inestable longitudinal con un vertiginoso final, por incrementarse de forma progresiva la velocidad de los dedos. Son efectos no buscados, sino probablemente resultados de una improvisación no meditada, a su vez producto de las percepciones sensoriales aludidas, y que la genialidad de su autor plasma en la guitarra, porque si tosco en sus expresiones verbales nadie duda de su riqueza en los musicales, así lo creó y así lo llamó: “Embrujo y Magia”, porque la música surge como de un sortilegio.
Disfruten de este vídeo tomado en Tharsis en noviembre de 2011
16 ноя 2022
