Una enana blanca es el corazón, las cenizas, de lo que antaño fue una estrella inmensa. Los remanentes ultradensos, con un tamaño planetario, del corazón de un astro que ha alcanzado su ocaso. Un cadáver estelar que desde el primer instante nos hizo reescribir todo lo que creíamos conocer sobre el Universo y el destino de la luz en el Cosmos.
En 1862, observamos la primera evidencia de su existencia. Vimos que Sirio, la estrella más brillante del cielo, tenía una hermana. Una diminuta estrella no más grande que la Tierra, con una densidad inmensa. El misterio de Sirio B se convirtió en todo un fenómeno mediático, pues atentaba contra todo nuestro conocimiento acerca del nacimiento y evolución de las estrellas. Tanto es así que no fue hasta mucho tiempo después, que alguien fue capaz de descifrar el enigma.
En 1924, el astrónomo neerlandés Willem Jacob Luyten dio con una respuesta. Sirio B era el resultado de la muerte de una estrella. El colapso gravitatorio había conducido a la formación de una esfera de materia muy condensada que brillaba con un color blanco muy intenso. El corazón de lo que en su día fue una gran estrella. Él mismo habló de ellas como una enana blanca. Y demostró que eran el destino de las estrellas como el Sol, y que en un futuro muy lejano, estas serían la última luz del Universo. Las últimas estrellas que habitarían los océanos de oscuridad antes de la eterna noche.
Tras la formulación de la teoría de las enanas blancas, se despertó un gran interés por ellas, hasta el punto de descubrir cientos en nuestra galaxia. Sin embargo, poco a poco, esta fiebre fue desapareciendo. Una vez habíamos entendido que eran el destino del Sol, parecía que las enanas blancas no tenían nada especial que ofrecer. Y década tras década, la fascinación por ellas se fue desvaneciendo.
Pero hoy todo ha cambiado. En los últimos diez años, hemos sido capaces de revelar los secretos mejor escondidos de estas estrellas. Hemos presenciado actos de canibalismo; enanas blancas devorando a sus hermanas y estallando en novas y supernovas. Hemos descubierto enanas blancas errantes atravesando la Vía Láctea a velocidades inoncebibles, entrando en la lista de los objetos celestes más veloces jamás registrados. Hemos captado los ecos de agujeros negros devorando lentamente su corazón, con la enana blanca resistiendo a la masacre de los monstruos de oscuridad. Hemos dado con evidencias de colisiones entre enanas blancas y estrellas de neutrones, un suceso que podría desencadenar en la formación de los magnetares. Nos han hecho cuestionarnos el destino de la vida cuando la era de las estrellas llegue a su fin. E incluso nos han obligado a pensar que todo lo que creíamos conocer sobre la expansión del Universo y la cantidad de energía oscura podía descansar sobre una mentira.
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CAPÍTULOS DEL VÍDEO:
00:00 - Los guardianes de la luz
10:44 - El despertar de la estrella
19:52 - La odisea de las enanas blancas
32:08 - Océanos de enigmas
12 июл 2024
