Epidemiología:
La EPI es una infección del tracto genital superior que afecta principalmente a mujeres en edad reproductiva.
A nivel mundial, se estima que se producen más de 100 millones de casos nuevos de EPI cada año.
La EPI es más común en mujeres jóvenes sexualmente activas, especialmente aquellas con múltiples parejas sexuales o que no utilizan métodos anticonceptivos de barrera.
Etiología:
La EPI generalmente es causada por infecciones bacterianas, siendo las bacterias de transmisión sexual, como Chlamydia trachomatis y Neisseria gonorrhoeae, las causas más comunes.
Otros patógenos, como bacterias anaerobias y organismos del tracto genital normal, pueden estar involucrados en casos no relacionados con enfermedades de transmisión sexual.
Patogenia:
La EPI ocurre cuando las bacterias ascienden desde la vagina y el cuello uterino hacia el útero, las trompas de Falopio y otros órganos pélvicos.
La inflamación resultante puede causar daño en los tejidos y estructuras afectadas, como las trompas de Falopio, lo que puede llevar a complicaciones a largo plazo, como infertilidad, embarazo ectópico y dolor crónico pélvico.
Fisiopatología:
La infección inicial generalmente comienza en el cuello uterino y se extiende a las trompas de Falopio, causando una respuesta inflamatoria en los tejidos afectados.
La respuesta inflamatoria aguda conduce a la liberación de citocinas y la activación de células inflamatorias, lo que causa daño en los tejidos y la formación de adherencias.
Factores de Riesgo:
Los principales factores de riesgo para la EPI incluyen tener múltiples parejas sexuales, tener una pareja sexual con una infección de transmisión sexual, tener antecedentes personales de EPI o infecciones de transmisión sexual previas, y tener relaciones sexuales sin protección.
Diagnóstico:
El diagnóstico de la EPI se basa en la evaluación clínica de los síntomas, el examen pélvico y los hallazgos de pruebas de laboratorio.
Los hallazgos comunes en el examen pélvico incluyen dolor a la palpación del útero y las trompas de Falopio, así como secreción cervical anormal.
Las pruebas de laboratorio pueden incluir análisis de sangre, cultivo de secreciones cervicales, pruebas de detección de infecciones de transmisión sexual y ecografía pélvica.
Manejo y Tratamiento:
El manejo de la EPI generalmente implica la administración de antibióticos de amplio espectro para cubrir los posibles patógenos.
En casos graves, la hospitalización puede ser necesaria para el tratamiento intravenoso de antibióticos y el monitoreo cercano.
El manejo también debe incluir el tratamiento de la pareja sexual para prevenir la reinfección.
El seguimiento y la detección temprana
19 май 2023
