Yo no le llego a la suela de los zapatos al maestro Cecilio Muñoz Fillol, que tiene una placa en su honor en el barranco de la Niebla. Pero Miguel Ángel, secundado por Antonio y Alfonso, se empeñó en que también yo tuviera un reconocimiento en Despeñaperros.
Para ello movió toda su diplomacia para conseguir que la Administración del Parque Natural del Despeñaperros autorizase la colocación de una escultura, bajo unos requisitos muy concretos para proteger el entorno. Esto llevó su tiempo.
También hubo que preparar una logística.
Miguel Ángel proyectó un boceto que convirtió en escultura Nicolás Angulo. Más tarde Antonio se encargaría de pensar en cómo fijar la pieza de cerámica hueca a una pared de piedra. Para ello creó una estructura de ferralla y la fijó a su interior, llenándolo de cemento.
A continuación hubo que buscar herramientas. Necesitábamos taladros percutores con baterías, pues allí no había dónde enchufarlos.
Llegado el día, quedamos con dos agentes de medio ambiente que nos escoltaron al punto de partida a pie, en el barranco de la Niebla. Y después se llevaron en su vehículo a Antonio, Sebas y Miguel Ángel, con la escultura y la infraestructura necesaria para la operación.
El resto de los convocados subimos a pie y, tras visitar diferentes abrigos rupestres, nos reencontramos con nuestros compañeros, ya arriba, en el mirador Maremoto, donde se instalaría la escultura.
Los taladros apenas consiguieron perforar la cuarcita, roca dura donde las haya. Pero fue lo suficiente como para poder meter unos tornillos y fijarlos con taco químico.
El resto ya es historia.....
16 июн 2024
