La esofagitis es una inflamación que daña los tejidos del esófago, es decir, el tubo muscular que transporta la comida desde la garganta hasta el estómago.
La mayoría de los signos que pueden sugerir una esofagitis son causados por funciones deficientes del sistema digestivo y los síntomas suelen incluir dificultad y dolor al tragar, dolor en el pecho, especialmente detrás del esternón, náuseas y vómitos, dolor abdominal, tos y disminución del apetito.
Por su parte, en los niños que son demasiado pequeños para explicar su malestar o dolor, las señales de la esofagitis se evidencian a través de las dificultades en la alimentación y el retraso en el desarrollo. Por eso, es importante que no postergue la consulta con su médico, sobre todo si los síntomas duran varios días, si son lo suficientemente graves como para dificultar la alimentación y si se acompañan de otros síntomas como gripe, dolores de cabeza, fiebre y dolores musculares.
Generalmente, cada esofagitis se caracteriza por las condiciones que la originan y, en algunos casos, esta afección es producto de diversas causas. Por un lado, el reflujo gastroesofágico puede contribuir al desarrollo de la esofagitis y convertirse en un problema frecuente.
Por otro lado, los eosinófilos, un tipo de glóbulos blancos que regulan las inflamaciones, suelen ser también causantes de esofagitis, cuando una alta concentración de estas células de la sangre se encuentra en el esófago, posiblemente en respuesta a un agente que provoca alergia.
A su vez, varios medicamentos orales pueden causar cierto daño en los tejidos si permanecen en contacto con el revestimiento del esófago durante un período prolongado, mientras que la esofagitis también puede ser inducida por una bacteria o una infección viral, fúngica o parasitaria, aunque esta condición suele ser relativamente extraña y se presenta con mayor frecuencia en personas con una mala función del sistema inmunológico.
Tenga en cuenta que de no tratarse, la esofagitis puede conducir a cambios en la estructura y función del esófago. Por lo que las posibles complicaciones abarcan el estrechamiento del esófago o la aparición de anillos de tejido anormal en el revestimiento del esófago. Si bien no se manifiesta con demasiada frecuencia, en raras ocasiones es posible desarrollar una condición conocida como esófago de Barrett, que es un factor de riesgo para el cáncer de esófago.
Con el objetivo de establecer la causa de la esofagitis, es probable que su médico realice un diagnóstico basado en su respuesta a las preguntas, un examen físico y ciertas pruebas, tales como rayos X, endoscopia, distintas pruebas de laboratorio e incluso diferentes pruebas de alergia.
Una vez definido el factor desencadenante de la enfermedad, el tratamiento se orienta a disminuir los síntomas, tratar las complicaciones y atender las causas subyacentes a la afección.
De esta manera, el tratamiento de la esofagitis por reflujo puede incluir la ingesta de un inhibidor de la bomba de protones, que bloquea la producción de ácido en el estómago, o una funduplicatura, un procedimiento quirúrgico que suele mejorar la condición del esófago, si otras intervenciones no funcionan.
En tanto, el tratamiento de la esofagitis eosinofílica se basa principalmente en evitar el alérgeno y reducir la reacción alérgica a los medicamentos, mediante esteroides orales o esteroides inhalados. Incluso, también resulta probable que el especialista lo anime a seguir una dieta restringida, si las pruebas demuestran que usted tiene alergia a cierta clase de alimentos.
En cuanto al tratamiento de la esofagitis inducida por fármacos, la clave pasa por evitar la ingesta de las drogas cuando sea posible y mejorar los hábitos para reducir el riesgo al tomar una píldora. Así mismo, para tratar una infección bacteriana, viral, fúngica o parasitaria su médico puede recetarle un medicamento específico.
Por último, tenga en cuenta que, dependiendo del tipo de esofagitis que padezca, puede disminuir los síntomas o prevenir problemas recurrentes bajando de peso y dejando de fumar.
6 мар 2018