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Exhibición: El Taller de La Playa en Miramar por Antonio Martorell 

Galería Petrus
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La galería de arte santurcina dedica todo su espacio al maestro de la plástica en una retrospectiva que recorre más de 25 años
La energía admirable del maestro de la plástica puertorriqueña Antonio Martorell lo lleva a manejar múltiples proyectos de manera simultánea. Su taller en la Playa de Ponce es un hervidero de creatividad que se le vuelve pequeño. Este espacio tan cautivador como su habitante, se ha convertido en lugar de peregrinaje de artistas, estudiantes y coleccionistas. Allí se encuentra a Martorell y a sus amigos, colegas a quienes une la pasión y el propósito de traducir en trazos y medios ideas concebidas en común.
“Sin mis amigos no podría hacer una ínfima parte de las cosas, es un taller colectivo. Ellos ponen sus granitos y granotes. Todos son buenos artistas de oficios variados que permiten que pueda realizar la variedad de piezas que trabajo”, explica el maestro Martorell.
Y porque con Martorell, el realismo mágico caribeño es cotidiano y posible, quién duda que el maestro sea capaz de mudar su amado Mar Caribe al barrio capitalino que mira al Atlántico. Eso logra en la retrospectiva El taller de la playa en Miramar: Martorell y sus amigos en Petrus, donde la reconocida galería de arte santurcina dedica sus dos niveles a compendiar diversas etapas de su trabajo plástico para enlazarlas con diversas experiencias.
La idea nace de otra mente creativa e inquieta. La galerista Sylvia Villafañe, propietaria y directora de la Galería Petrus, concibió esta oportunidad de aproximar el Taller de la Playa a Santurce al tiempo que rememora la exposición de Martorell, titulada Mocedades con la que Petrus abrió sus puertas en el 2002 en Miramar y en la que como ahora, todo el espacio de la galería se dedica al artista.
“Martorell y yo llevamos trabajando juntos desde 1999. Cuando voy a su taller en Ponce quedo maravillada con la cantidad y variedad de propuestas. Como Martorell no para de producir hay obras suyas que se exhibieron en un momento determinado y no han vuelto a exponerse. Es tanto lo que el maestro produce y que tiene que ser admirado que emprendí un proceso de selección y curaduría. Es además un modo de celebrar esta relación entre artista y galerista”, explica Villafañe, quien subraya que esta exposición ofrece la oportunidad única de admirar una diversidad de propuestas que abarcan más de 25 años de trabajo del maestro.
Martorell, por su parte, abraza variedad de temas, superficies y técnicas mientras ofrece una mirada especial al presente.
“Hago hincapié en la obra más reciente, porque los artistas creemos siempre que lo más reciente es lo mejor, por eso seguimos trabajando. Es una bonita ilusión que nos hacemos”, manifiesta. El maestro se refiere al óleo Nuestra señora de la playa. Una primera mirada, sugestionada por el título, haría pensar al espectador que se encuentra ante el retrato de una mujer iluminada con una inmensa ola oscura y un cielo oxidado por fondo; mas con Martorell la prestidigitación visual está garantizada.
“Podría parecer una ola, pero es una montaña de chatarra y escombros que depositan en la playa. Una grúa recoge y deposita basura en barcos cargueros que van a la China donde allí la depositan y crean otras montañas. Los chinos escarban y determinan qué sirve y qué no. Lo que sirve lo transforman en artefactos que exportan y se los compramos de nuevo hasta que los usemos y los volvamos a botar es un ciclo mortal. Mientras tanto eso está depositado en lo que una vez fue playa, porque ha estado siendo contaminada progresivamente. Ya no es una playa”, narra Martorell.
La mirada acuciante de Martorell sabe cómo insertar en lo estético un mensaje urgente.
“Yo camino todas las mañanas por ese malecón que da a la bahía y al otro lado está la montaña de chatarra; que la veo y la oigo porque hace un ruido infernal cuando la grúa la tira. Llevo años viendo y escuchando ese desastre ecológico”.
El taller de la playa en Miramar: Martorell y sus amigos en Petrus lleva al espectador a recorrer matrices xilográficas de la exposición Bosque de papel, de los 90; tapices de Entretelas, exhibición de 2022 en el Museo de las Américas; los inconfundibles octágonos de La plena inmortal, propuesta del maestro que se exhibió en Hostos Community College, en Nueva York, y en el National Museum of Puerto Rican Arts and Culture, en Chicago. Se unen piezas que pertenecen a la serie realizada por Martorell en 1999 a instancias de Sylvia Villafañe, titulada Cuadros para detrás del sofá. Además, no pasan desapercibidas, las Lámparas Autorretrospectivas, esculturas de 2010 configuradas a base de espejos retrovisores de autos, luces, postes, fragmentos gráficos y camones.
“Siempre me gusta jugar con las palabras y siempre me han parecido curiosos los espejos de los autos que te permiten mirar al pasado mientras te desplazas en el espacio y el tiempo; además son auto porque contienen obras mías que aluden al pasado”.

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12 сен 2024

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