Muchas gracias por grabar y subir la presentación. Tras verla me surge la siguiente pregunta. Aun asumiendo las contradicciones entre feminismo e islam (o entre democracia e islam, etc.), ¿no conviene apoyar tales contradicciones por una razón puramente pragmática, dado que las religiones no son esencias divinas inmutables, sino fenómenos humanos históricos que cambian? ¿No será siempre mejor empujar cambios en la dirección deseable que dejar el campo libre facilitando que otros se enroquen o empujen en la contraria? No sé si algo así se abordó en el debate posterior, o si puede llegarle la pregunta a Saleh y quizá pueda reflejarse por aquí su respuesta, pues me parece un asunto fundamental analizar precisamente cómo conviene abordar en la práctica justo este tipo de contradicciones. ¡Gracias!
