festividad al Inmaculado Corazón de María 

𝐅𝐞𝐬𝐭𝐢𝐯𝐢𝐝𝐚𝐝 𝐝𝐞𝐥 𝐈𝐧𝐦𝐚𝐜𝐮𝐥𝐚𝐝𝐨 𝐂𝐨𝐫𝐚𝐳𝐨́𝐧 𝐝𝐞 𝐌𝐚𝐫𝐢́𝐚.
Hoy, día siguiente a la festividad del Sagrado Corazón de Jesús, celebramos la Festividad del Inmaculado Corazón de María.
En su segunda aparición de Fátima, el día 13 de junio del año 1917, la Santísima Virgen, mostrando su Corazón, dijo a los tres pastorcitos: “𝐌𝐢 𝐇𝐢𝐣𝐨 𝐪𝐮𝐢𝐞𝐫𝐞 𝐢𝐧𝐬𝐭𝐚𝐮𝐫𝐚𝐫 𝐞𝐧 𝐞𝐥 𝐦𝐮𝐧𝐝𝐨 𝐥𝐚 𝐝𝐞𝐯𝐨𝐜𝐢𝐨́𝐧 𝐚 𝐦𝐢 𝐈𝐧𝐦𝐚𝐜𝐮𝐥𝐚𝐝𝐨 𝐂𝐨𝐫𝐚𝐳𝐨́𝐧. 𝐄𝐬 𝐥𝐚 𝐯𝐨𝐥𝐮𝐧𝐭𝐚𝐝 𝐞𝐱𝐩𝐫𝐞𝐬𝐚 𝐝𝐞 𝐃𝐢𝐨𝐬, 𝐛𝐫𝐨𝐭𝐚𝐝𝐚 𝐝𝐞 𝐬𝐮 𝐢𝐧𝐟𝐢𝐧𝐢𝐭𝐚 𝐦𝐢𝐬𝐞𝐫𝐢𝐜𝐨𝐫𝐝𝐢𝐚”, y, nuevamente, en la tercera aparición, les dijo: “𝐕𝐞𝐧𝐝𝐫𝐞́ 𝐚 𝐩𝐞𝐝𝐢𝐫 𝐥𝐚 𝐜𝐨𝐧𝐬𝐚𝐠𝐫𝐚𝐜𝐢𝐨́𝐧 𝐝𝐞 𝐑𝐮𝐬𝐢𝐚 𝐚 𝐦𝐢 𝐈𝐧𝐦𝐚𝐜𝐮𝐥𝐚𝐝𝐨 𝐂𝐨𝐫𝐚𝐳𝐨́𝐧 𝐲 𝐥𝐚 𝐜𝐨𝐦𝐮𝐧𝐢𝐨́𝐧 𝐫𝐞𝐩𝐚𝐫𝐚𝐝𝐨𝐫𝐚 𝐝𝐞 𝐥𝐨𝐬 𝐩𝐫𝐢𝐦𝐞𝐫𝐨𝐬 𝐬𝐚́𝐛𝐚𝐝𝐨𝐬”.
Pero muertos los hermanos Francisco y Jacinta, el 10 de diciembre del 1925, la Santísima Virgen, teniendo a su lado al Niño Jesús sobre una nube luminosa, se apareció a Sor Lucía dos Santos (la tercera vidente de Fátima) en su celda y, poniéndole la mano en el hombro, le mostró un corazón rodeado de espinas, que tenía en la otra mano. El Niño Jesús, señalando a este corazón de su Madre, dijo a Sor Lucía: “𝐓𝐞𝐧 𝐩𝐞𝐧𝐚 𝐝𝐞𝐥 𝐂𝐨𝐫𝐚𝐳𝐨́𝐧 𝐝𝐞 𝐦𝐢 𝐒𝐚𝐧𝐭𝐢́𝐬𝐢𝐦𝐚 𝐌𝐚𝐝𝐫𝐞, 𝐪𝐮𝐞 𝐞𝐬𝐭𝐚́ 𝐫𝐨𝐝𝐞𝐚𝐝𝐨 𝐜𝐨𝐧 𝐥𝐚𝐬 𝐞𝐬𝐩𝐢𝐧𝐚𝐬 𝐪𝐮𝐞 𝐥𝐨𝐬 𝐡𝐨𝐦𝐛𝐫𝐞𝐬 𝐢𝐧𝐠𝐫𝐚𝐭𝐨𝐬 𝐜𝐨𝐧𝐬𝐭𝐚𝐧𝐭𝐞𝐦𝐞𝐧𝐭𝐞 𝐥𝐞 𝐜𝐥𝐚𝐯𝐚𝐧, 𝐬𝐢𝐧 𝐡𝐚𝐛𝐞𝐫 𝐧𝐚𝐝𝐢𝐞 𝐪𝐮𝐞 𝐡𝐚𝐠𝐚 𝐮𝐧 𝐚𝐜𝐭𝐨 𝐝𝐞 𝐫𝐞𝐩𝐚𝐫𝐚𝐜𝐢𝐨́𝐧 𝐩𝐚𝐫𝐚 𝐪𝐮𝐢𝐭𝐚́𝐫𝐬𝐞𝐥𝐚𝐬”. Añadiendo la Santísima Virgen: “𝐌𝐢𝐫𝐚, 𝐡𝐢𝐣𝐚 𝐦𝐢́𝐚, 𝐦𝐢 𝐂𝐨𝐫𝐚𝐳𝐨́𝐧 𝐫𝐨𝐝𝐞𝐚𝐝𝐨 𝐝𝐞 𝐞𝐬𝐩𝐢𝐧𝐚𝐬 𝐪𝐮𝐞 𝐥𝐨𝐬 𝐡𝐨𝐦𝐛𝐫𝐞𝐬 𝐢𝐧𝐠𝐫𝐚𝐭𝐨𝐬, 𝐚 𝐜𝐚𝐝𝐚 𝐦𝐨𝐦𝐞𝐧𝐭𝐨, 𝐦𝐞 𝐜𝐥𝐚𝐯𝐚𝐧 𝐜𝐨𝐧 𝐛𝐥𝐚𝐬𝐟𝐞𝐦𝐢𝐚𝐬 𝐞 𝐢𝐧𝐠𝐫𝐚𝐭𝐢𝐭𝐮𝐝𝐞𝐬. 𝐓𝐮́, 𝐚𝐥 𝐦𝐞𝐧𝐨𝐬, 𝐡𝐚𝐳 𝐚𝐥𝐠𝐨 𝐩𝐨𝐫 𝐜𝐨𝐧𝐬𝐨𝐥𝐚𝐫𝐦𝐞 𝐲 𝐝𝐢 𝐪𝐮𝐞 𝐚 𝐭𝐨𝐝𝐨𝐬 𝐚𝐪𝐮𝐞𝐥𝐥𝐨𝐬 𝐪𝐮𝐞 𝐝𝐮𝐫𝐚𝐧𝐭𝐞 𝐜𝐢𝐧𝐜𝐨 𝐦𝐞𝐬𝐞𝐬, 𝐞𝐧 𝐞𝐥 𝐩𝐫𝐢𝐦𝐞𝐫 𝐬𝐚́𝐛𝐚𝐝𝐨 𝐝𝐞𝐥 𝐦𝐞𝐬, 𝐬𝐞 𝐜𝐨𝐧𝐟𝐢𝐞𝐬𝐞𝐧, 𝐫𝐞𝐜𝐢𝐛𝐚𝐧 𝐥𝐚 𝐒𝐚𝐠𝐫𝐚𝐝𝐚 𝐂𝐨𝐦𝐮𝐧𝐢𝐨́𝐧, 𝐫𝐞𝐜𝐞𝐧 𝐞𝐥 𝐑𝐨𝐬𝐚𝐫𝐢𝐨 𝐲 𝐦𝐞 𝐚𝐜𝐨𝐦𝐩𝐚𝐧̃𝐞𝐧 𝐪𝐮𝐢𝐧𝐜𝐞 𝐦𝐢𝐧𝐮𝐭𝐨𝐬 𝐦𝐞𝐝𝐢𝐭𝐚𝐧𝐝𝐨 𝐬𝐮𝐬 𝐦𝐢𝐬𝐭𝐞𝐫𝐢𝐨𝐬 𝐜𝐨𝐧 𝐞𝐥 𝐟𝐢𝐧 𝐝𝐞 𝐝𝐞𝐬𝐚𝐠𝐫𝐚𝐯𝐢𝐚𝐫𝐦𝐞, 𝐪𝐮𝐞 𝐲𝐨 𝐩𝐫𝐨𝐦𝐞𝐭𝐨 𝐚𝐬𝐢𝐬𝐭𝐢𝐫𝐥𝐨𝐬 𝐞𝐧 𝐥𝐚 𝐡𝐨𝐫𝐚 𝐝𝐞 𝐥𝐚 𝐦𝐮𝐞𝐫𝐭𝐞 𝐜𝐨𝐧 𝐭𝐨𝐝𝐚𝐬 𝐥𝐚𝐬 𝐠𝐫𝐚𝐜𝐢𝐚𝐬 𝐧𝐞𝐜𝐞𝐬𝐚𝐫𝐢𝐚𝐬 𝐩𝐚𝐫𝐚 𝐬𝐮 𝐬𝐚𝐥𝐯𝐚𝐜𝐢𝐨́𝐧”.
Se dice que Sor Lucía contó lo ocurrido a su madre abadesa y a su confesor, pero que estos le pidieron prudencia, cosa que ella hizo, pero empezó a ocurrir un hecho que parecía extraordinario y era que esta tercera vidente de Fátima, a veces, se encontraba con un niño en el convento. Ella entablaba conversación con él y pretendía enseñarle a rezar una oración a la Santísima Virgen.
Pero el 15 de febrero del año 1926, se encontró con el pequeño y le preguntó si él rezaba la oración que ella le había enseñado, a lo que el niño le replicó: “¿𝐘 𝐭𝐮́ 𝐡𝐚𝐬 𝐩𝐫𝐨𝐩𝐚𝐠𝐚𝐝𝐨 𝐩𝐨𝐫 𝐞𝐥 𝐦𝐮𝐧𝐝𝐨 𝐚𝐪𝐮𝐞𝐥𝐥𝐨 𝐪𝐮𝐞 𝐦𝐢 𝐌𝐚𝐝𝐫𝐞 𝐝𝐞𝐥 𝐂𝐢𝐞𝐥𝐨 𝐭𝐞 𝐩𝐞𝐝𝐢́𝐚?”. En ese momento Sor Lucía comprendió que aquel niño era el Niño Jesús, el cual le recordó que la Santísima Virgen, en una de sus apariciones a los tres pastorcitos, les había pedido extender la devoción de los cinco primeros sábados de mes porque “𝐦𝐮𝐜𝐡𝐚𝐬 𝐩𝐞𝐫𝐬𝐨𝐧𝐚𝐬 𝐜𝐨𝐦𝐞𝐧𝐳𝐚𝐛𝐚𝐧 𝐞𝐬𝐭𝐚 𝐝𝐞𝐯𝐨𝐜𝐢𝐨́𝐧, 𝐩𝐞𝐫𝐨 𝐩𝐨𝐜𝐚𝐬 𝐥𝐚 𝐭𝐞𝐫𝐦𝐢𝐧𝐚𝐛𝐚𝐧”.
𝐏𝐞𝐫𝐨, ¿𝐞𝐧 𝐪𝐮𝐞́ 𝐜𝐨𝐧𝐬𝐢𝐬𝐭𝐞 𝐥𝐚 𝐝𝐞𝐯𝐨𝐜𝐢𝐨́𝐧 𝐝𝐞 𝐥𝐨𝐬 𝐜𝐢𝐧𝐜𝐨 𝐩𝐫𝐢𝐦𝐞𝐫𝐨𝐬 𝐬𝐚́𝐛𝐚𝐝𝐨𝐬 𝐝𝐞 𝐦𝐞𝐬 𝐚𝐥 𝐈𝐧𝐦𝐚𝐜𝐮𝐥𝐚𝐝𝐨 𝐂𝐨𝐫𝐚𝐳𝐨́𝐧 𝐝𝐞 𝐌𝐚𝐫𝐢́𝐚?
Atendiendo a la petición de nuestra Señora de Fátima a Sor Lucía, tenemos que cumplir los siguientes requisitos: Durante los cinco primeros sábados del mes, de manera consecutiva, hacer confesión de nuestros pecados, asistir a la Santa Misa recibiendo la Sagrada Comunión con la intención de reparar las ofensas contra el Inmaculado Corazón de María, rezar el santo rosario y meditar al menos sobre uno de sus misterios durante quince minutos.
𝐘 ¿𝐩𝐨𝐫 𝐪𝐮𝐞́ 𝐜𝐢𝐧𝐜𝐨 𝐩𝐫𝐢𝐦𝐞𝐫𝐨𝐬 𝐬𝐚́𝐛𝐚𝐝𝐨𝐬 𝐜𝐨𝐧𝐬𝐞𝐜𝐮𝐭𝐢𝐯𝐨𝐬?
Porque según le reveló la Santísima Virgen a Sor Lucía existen cinco tipos de blasfemias con las que se le ofenden: blasfemia contra su Inmaculado Corazón, blasfemia contra su virginidad. Blasfemia contra Ella en cuanto Madre de Dios y Madre de toda la humanidad, blasfemia de todos aquellos que de manera pública infunden en los niños la indiferencia, el desprecio e incluso el odio a la Santísima Virgen y blasfemias de quienes ultrajan sus sagradas imágenes.
¿𝐘 𝐪𝐮𝐞́ 𝐧𝐨𝐬 𝐩𝐫𝐨𝐦𝐞𝐭𝐞 𝐥𝐚 𝐒𝐚𝐧𝐭𝐢́𝐬𝐢𝐦𝐚 𝐕𝐢𝐫𝐠𝐞𝐧?
La Virgen le dijo a Sor Lucía: “𝐇𝐢𝐣𝐚 𝐦𝐢́𝐚, 𝐦𝐢𝐫𝐚 𝐦𝐢 𝐂𝐨𝐫𝐚𝐳𝐨́𝐧, 𝐫𝐨𝐝𝐞𝐚𝐝𝐨 𝐝𝐞 𝐞𝐬𝐩𝐢𝐧𝐚𝐬 𝐪𝐮𝐞 𝐥𝐨𝐬 𝐡𝐨𝐦𝐛𝐫𝐞𝐬 𝐦𝐞 𝐜𝐥𝐚𝐯𝐚𝐧 𝐜𝐨𝐧𝐭𝐢𝐧𝐮𝐚𝐦𝐞𝐧𝐭𝐞 𝐜𝐨𝐧 𝐛𝐥𝐚𝐬𝐟𝐞𝐦𝐢𝐚𝐬 𝐞 𝐢𝐧𝐠𝐫𝐚𝐭𝐢𝐭𝐮𝐝𝐞𝐬. 𝐏𝐫𝐨𝐜𝐮𝐫𝐚 𝐜𝐨𝐧𝐬𝐨𝐥𝐚𝐫𝐦𝐞 𝐲 𝐝𝐢 𝐪𝐮𝐞 𝐭𝐨𝐝𝐨𝐬 𝐚𝐪𝐮𝐞𝐥𝐥𝐨𝐬 𝐪𝐮𝐞 𝐝𝐮𝐫𝐚𝐧𝐭𝐞 𝐜𝐢𝐧𝐜𝐨 𝐦𝐞𝐬𝐞𝐬, 𝐞𝐧 𝐞𝐥 𝐩𝐫𝐢𝐦𝐞𝐫 𝐬𝐚́𝐛𝐚𝐝𝐨 𝐝𝐞𝐥 𝐦𝐞𝐬, 𝐬𝐞 𝐜𝐨𝐧𝐟𝐢𝐞𝐬𝐞𝐧, 𝐫𝐞𝐜𝐢𝐛𝐚𝐧 𝐥𝐚 𝐒𝐚𝐠𝐫𝐚𝐝𝐚 𝐂𝐨𝐦𝐮𝐧𝐢𝐨́𝐧, 𝐫𝐞𝐜𝐞𝐧 𝐞𝐥 𝐫𝐨𝐬𝐚𝐫𝐢𝐨 𝐲 𝐦𝐞 𝐡𝐚𝐠𝐚𝐧 𝐪𝐮𝐢𝐧𝐜𝐞 𝐦𝐢𝐧𝐮𝐭𝐨𝐬 𝐝𝐞 𝐜𝐨𝐦𝐩𝐚𝐧̃𝐢́𝐚, 𝐦𝐞𝐝𝐢𝐭𝐚𝐧𝐝𝐨 𝐞𝐧 𝐥𝐨𝐬 𝐪𝐮𝐢𝐧𝐜𝐞 𝐦𝐢𝐬𝐭𝐞𝐫𝐢𝐨𝐬 𝐝𝐞𝐥 𝐫𝐨𝐬𝐚𝐫𝐢𝐨 𝐜𝐨𝐧 𝐞𝐥 𝐟𝐢𝐧 𝐝𝐞 𝐝𝐞𝐬𝐚𝐠𝐫𝐚𝐯𝐢𝐚𝐫𝐦𝐞, 𝐘𝐨 𝐩𝐫𝐨𝐦𝐞𝐭𝐨 𝐚𝐬𝐢𝐬𝐭𝐢𝐫𝐥𝐞𝐬 𝐞𝐧 𝐥𝐚 𝐡𝐨𝐫𝐚 𝐝𝐞 𝐥𝐚 𝐦𝐮𝐞𝐫𝐭𝐞 𝐜𝐨𝐧 𝐭𝐨𝐝𝐚𝐬 𝐥𝐚𝐬 𝐠𝐫𝐚𝐜𝐢𝐚𝐬 𝐧𝐞𝐜𝐞𝐬𝐚𝐫𝐢𝐚𝐬 𝐩𝐚𝐫𝐚 𝐥𝐚 𝐬𝐚𝐥𝐯𝐚𝐜𝐢𝐨́𝐧 𝐝𝐞 𝐬𝐮𝐬 𝐚𝐥𝐦𝐚𝐬”.
O sea, si ponemos en práctica esta devoción mariana, la Santísima Virgen nos promete su ayuda en la hora de nuestra muerte, asegurando la salvación de nuestras almas. Pues viniendo esta promesa de nuestra Madre del cielo, vale la pena que practiquemos esta bendita devoción mariana.
𝐈𝐍𝐌𝐀𝐂𝐔𝐋𝐀𝐃𝐎 𝐂𝐎𝐑𝐀𝐙𝐎́𝐍 𝐃𝐄 𝐌𝐀𝐑𝐈́𝐀, 𝐒𝐄 𝐋𝐀 𝐒𝐀𝐋𝐕𝐀𝐂𝐈𝐎́𝐍 𝐌𝐈́𝐀.