Acabo de descubrir su canal y, la verdad, me ha maravillado a la par que preocupado. No soy policía ni conozco a nadie en mi entorno que se dedique a esta labor, salvo algunos que han opositado recientemente para tener un sueldo fijo y que nunca han demostrado interés epistémico por temas relacionados con la política, la seguridad o el crimen. Es más, yo era de aquellos que con dieciséis años cantaba "el hijo del madero a la universidad, para que no sea...", en fin, que quien diga que el conocimiento no enseña ni es trascendental es imbécil y demuestra que, efectivamente, no conoce. Ahora conozco mejor la importancia de estos cuerpos, su función y sus problemáticas. No me ha sorprendido mucho ver el mal funcionamiento que usted expone de los cuerpos policiales, los cuales muestran los mismos problemas que otras instituciones (públicas o privadas) en cuanto a una perdida de calidad de servicio. La falta de incentivos es un problema y, como dice usted, el incentivo de una buena labor no se da en muchos casos, precisamente por una elección laboral no vocacional. Tampoco me sorprende el mal funcionamiento operativo o técnico, inherente a muchas instituciones excesivamente burocratizadas en los cuales las tareas que deben realizarse importan, por decirlo así, por "sí mismas" (por cadena de mando, estatus, cumplimiento de objetivos, adulación, inercia...) y no por su utilidad real. Tampoco me sorprende que los policías se dediquen a publicar su vida en internet, como hace el resto de la población. Especialmente los nuevos, por franja de edad, son los que más tenderán a ello. Ahora bien, por sus particularidades, deberían enfatizar que son población de riesgo a chantajes y presiones de todo tipo, no sólo corruptelas, sino ataques personales que hagan perder el control al policía, por ejemplo. ¿Qué es más guay que colgar tu entrenamiento para la academia con unos bíceps (o nalgas) marcados de macho (o hembra) dominante? Es irónico esto último, pero espero que no subtitulen la imagen con un "malos, get ready". Lo qué sí me ha sorprendido para mal es la ausencia de compañerismo que usted expone en varios videos. No me sorprende en otros trabajos, pero uno esperaría que en un trabajo en que la dependencia es máxima (pues os jugáis la vida, propia y ajena) fuera mucho mayor. Es más, sabiendo que hay cierto grueso de la población con cierto desprecio velado por los cuerpos de seguridad (del que yo era parte), uno pensaría que se haría más piña entre los compañeros. Es preocupante lo qué menciona de casos que por posibles consecuencias jurídicas y profesionales futuras se da inacción entre compañeros poniéndose en riesgo, pues también, por egoísmo, pone en riesgo a la ciudadanía de la que ese mismo compañero y los suyos son parte en situaciones análogas. Que eso le ocurra a un ciudadano de a pie que contempla un crimen es lógico, pues no tiene formación y el miedo (muchas veces inteligente, pues si uno interviene en determinadas situaciones puede haber dos daños causados en vez de uno) paraliza; ahora bien, a un policía... indicio de mala formación práctica y real. Muy acertada tu explicación de las raíces sociológicas más profundas del crimen. Sin incentivos y castigos a determinadas acciones y pautas de vida es cuasi imposible que se den otras acciones estadísticamente significativas. El aislamiento de barrios es determinante, pues ahí el crimen se refuerza más y más, y la condena al crimen se castiga mucho (uso castigo y reforzador de forma general, psicológica). No conozco el sur de España, pero por lo poco que he leído hay zonas que guardan semejanza a otras zonas europeas en las cuales la delincuencia, juvenil especialmente, ha crecido: pienso en Nápoles, la misma Suecia o Holanda. Evidentemente, sin poderío económico y posibilidades de prosperidad los incentivos materiales menguan y sólo quedan los "intangibles" culturales. Lo qué no conozco es la disponibilidad de armas en estas regiones y el volumen económico del tráfico que se da. Tengo entendido que la disponibilidad de las armas y un trozo del pastel jugoso son factores determinantes para el aumento de la violencia, cosa que explica mayor violencia en lugares en los que se trafica cocaína que hachís. Creo haber notado en varios de tus videos un reconocimiento de que problemas sociales de distinta índole se mantienen por la existencia de instituciones que viven de tratar esos problemas y no están interesadas en resolverlos (chiringuitos de diverso tipo, estamentos de supervisión en múltiples administraciones, ciertas ONG'S...). A mi me parece evidente que la legalización de las drogas perjudicaría a dos instituciones: el crimen organizado y beneficiarios indirectos (blanqueo capitales, p.ej.), y todas las instituciones que se dedican a perseguirlas y paliar sus efectos. Ambas mueven miles de millones y alimentan muchas bocas. Esto lo comento como reflexión final, a sabiendas de la imposibilidad de realizarlo por los múltiples intereses enfrentados y cierta cultura anti drogas (ilegales, claro) parecida a la anti-nuclear, pues juzga "a priori" según unos fundamentos teóricos dudosos sin considerar los efectos materiales concretos. Me parece evidente que los males aparejados a la ilegalización de las drogas (crimen, adulteración química y mala calidad, ostracismo del consumo o romanticismo del mismo, coste monetario para la sociedad al dedicar impuestos a perseguirlas en vez de recaudarlos por venderlas) en todo el siglo XX son un argumento a favor de legalizarlas, sin que haya ningún caso empírico significativo de perjuicio mayor aparejado a su legalización. Saludos de un nuevo seguidor. Gracias por divulgar y formar a los policías y, de retruque, a ciudadanos corrientes.
