En una tarde lluviosa en el municipio de Carepa, en Antioquia, mientras el agua caía con fuerza sobre las calles empedradas llenas de charcos, Amado de Jesús vendía las morcillas que su madre le ponía en una charola. Ese día, el destino le tenía preparada una sorpresa particular y jocosa. Al escuchar las risas y gritos de sus amiguitos, que jugaban un partido de fútbol en una cancha improvisada, decidió unirse a la diversión y, entre patadas al balón y regates hábiles, Amado de Jesús lanzó un disparo potente que derribó la charola y dejó las morcillas esparcidas por la vía.
Sin perder la compostura, con astucia y rapidez, Amado de Jesús las recogió y las lavó con el agua de lluvia, convirtiendo así el percance en una anécdota alegre para recordar. «Así vendí todas las morcillas, incluso creo que quedaron mejores», cuentan a quienes le escuchaban esta historia de su niñez.
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27 июн 2024