No menospreciemos la hermosa perla que Dios ha puesto en nuestras manos; el Señor nos ha dado dones, capacidades espirituales preciosas; ¡Cuidémoslo cómo el tesoro más preciado!
Hermosa exposición pero permitame agregar algo: cuando un conjugue adúltera no basta con confesarlo a Dios. Debe confesarlo a su esposa y aún a quienes fueron afectados por ese acto. Muchas veces esto se oculta porque la persona se compromete a no volverlo hacer y no lastimar al otro. Pero un pacto se rompe con el adulterio y la otra persona debe perdonar pero tener también la libertad de decidir de continuar o no. Restituir al agraviado .