Y fueron felices y comieron lo que le pusieron delante de las narices. Así podría terminar esta graciosa peliculilla donde lo importante no son precisamente las palabras. Para mí Harold Lloyd no es superior al gran Chaplin genio del cine mudo pero tiene su gracia naturalmente. Quizás se deba a que era demasiado atractivo demasiado perfecto para ser gracioso. En Lo que el viento se llevó quizás encajaría mejor.