En 1979, luego de un largo proceso de lucha contra la dictadura de Somoza, se produjo en Nicaragua el triunfo de la Revolución Sandinista, que se extenderá hasta 1990. Mediante la instauración de una Junta de Gobierno, se implementaron medidas educativas y de sanidad que buscaron mejorar las malas condiciones de vida del grueso de la población. Como una de sus políticas características, la revolución realizó una reforma agraria sostenida en la expropiación de tierras latifundistas que se convirtieron en tierras estatales, cooperativas, comunales e individuales.
Este proceso no tardó en generar movimientos contra revolucionarios tanto al interior como al exterior del país. Intereses de países tan alejados como Estados Unidos y Argentina, en ese momento bajo el gobierno de facto de Jorge Rafael Videla, se aliaron para luchar contra el “fantasma comunista” que se paseaba por Nicaragua. En lo referente al gobierno argentino, este buscó exportar los métodos del terrorismo de Estado que ya venía utilizando en su territorio, contando con la ayuda táctica y económica del poder estadounidense. Estas tendencias contrarrevolucionarias acabaron manifestándose en la creación de numerosos centros de operaciones distribuidos en distintos países de Centroamérica, como Honduras, Panamá, El Salvador y la propia Nicaragua.
La fuerte tensión generada por el conflicto, sumado a la frágil situación económica de Nicaragua producto de los constantes presupuestos que debía destinar a la defensa de la revolución, hicieron que en 1987 se alcanzaron los primeros acuerdos de paz, mediante los cuales se garantizó el llamado a elecciones en 1990, donde el gobierno sandinista se enfrentó a una coalición opositora financiada por Estados Unidos y liderada por Violeta Chamorro.
Finalmente, en 2006 y continuando hacia la actualidad, el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) fue reelecto, volviendo a ocupar los principales cargos de Gobierno.
15 окт 2024