Decameron acuarium Busca ofrecer comodidad sin lujos ostentosos, sin destacarse en el confort propio de un hotel de alta gama. Las habitaciones cuentan con camas cómodas; sin embargo, el aire acondicionado es antiguo, de perilla y sin control remoto. Los baños y duchas son pequeños, la presión del agua es baja y disponen de una pequeña nevera, pero carecen de mesa, escritorio o minibar. La decoración no busca la estética ni el lujo, sino simplemente ocupar espacios. Las instalaciones muestran descuido, con locaciones descuidadas, mal pintadas, con humedad y acabados deficientes. Los objetos metálicos presentan oxidación. A pesar de tener dos restaurantes con servicio de buffet, la comida no alcanza la categoría de alta gama; es común, denominada "corrientazo" en algunos sectores de Colombia. No es deliciosa ni está bien presentada, siendo una opción justa para aquellos con hambre que prefieren evitar salir o gastar más. El hotel carece de playa; se debe caminar aproximadamente 300 metros para llegar a la playa pública. La piscina es pequeña y no está muy limpia, acumulando grasa y espuma de bronceadores. El mobiliario no es lujoso ni muy cómodo, especialmente en la silletería de la piscina, que está deteriorada. Los espacios son ruidosos, especialmente debido al bar en la piscina, que emite música a alto volumen durante todo el día. El servicio de restaurantes a la carta es limitado, con restricciones y necesidad de reservar de 8 a 10 de la mañana, siendo difícil conseguir reservas después de las 8:30. La denominada "piscina natural" frente al hotel no alcanza el tamaño de una piscina olímpica y presenta obstáculos como algas y piedras, dificultando caminar en ella. Los deportes náuticos no motorizados no se usan normalmente debido a la marea siempre alta y a la falta de espacio. Personalmente, considero que este hotel tiene una calidad de mediana a baja, sin lujos y con servicios adicionales de dudosa calidad y disponibilidad. Podría catalogarse como un hotel de dos estrellas. Juan David Osorio G
