Cuando el amor duele
Hace dos años y medio me encontraba en lo más profundo de una reserva natural en Colombia, cuando entró una llamada a mi celular. Me sorprendió porque allí difícilmente había señal. Era Carolina, un regalo que llegó a mi vida hace 41 años cuando la abracé por primera vez y a quien, al morir su madre, prometí cuidar como mi propia hija.
Carolina me llamó llorando el 26 de noviembre del 2021, día del aniversario de la muerte de su madre, a pedirme que fuera con urgencia, acababa de recibir un diagnóstico de cáncer de páncreas avanzado.
Ese día, nuestras vidas cambiaron para siempre. Me tomó más de una semana llegar a su lado, tuve que hacer un recorrido en motocicleta, 4x4, tomar varios vuelos y manejar más de 1600 kilómetros para poder abrazarla.
Durante estos casi dos años y medio he estado a su lado a través de quimioterapias, radiaciones, tratamientos experimentales y luego sosteniendo su mano cuando el cáncer diezmó su cuerpo y empezó a ganar la batalla.
Durante este tiempo también tuve la suerte de compartir lo que más nos gustaba hacer juntas: ver crecer a los niños, caminar entre los bosques dorados del otoño, recorrer senderos en las montañas heladas y cocinar.
Por ahora el dolor de su muerte me embarga y aún me es difícil dimensionar el dolor de su partida.
Te extrañaré mi hermosa hija.
When Love Hurts
Two and a half years ago, I found myself in the depths of a nature reserve in Colombia when a call rung on my cell phone. I was surprised because there was hardly any signal. It was Carolina, a gift that came into my life 41 years ago when I first hugged her and who, when her mother died, I promised to take care her as my own daughter.
Carolina called me crying on November 26, 2021, the anniversary of her mother’s death, to tell me she needed me by her side. She had just received a diagnosis of advanced pancreatic cancer.
That day, our lives changed forever. It took me over a week to get to her side. I had to use a motorcycle, a 4x4 vehicle. Several flights and drove over one thousand miles to be able to hug her.
During these nearly two and a half years, I had been by her side through chemo, radiation, and experimental treatments.
I was also fortunate to have shared with her what we loved most: watching her kids grow up, hiking through the golden autumn woods, hiking trails in the icy mountains, and cooking.
During the past few weeks, I just held her hand when cancer decimated her body and began to win the battle. She died yesterday, and the shock of her death engulfs me.
I still find it hard to dimension the pain of your departure, my beautiful daughter.
5 июл 2024
