En la zona de poniente de la playa onubense de La Antilla (Lepe) sobrevive un poblado de marineros cuyas vidas no han cambiado prácticamente en los últimos cincuenta años.
En un precioso amanecer, en una hermosa playa cuyas imágenes hablan por sí solas, quisimos captar esta humilde barriada marinera, ubicada en el corazón turístico entre La Antilla e Islantilla.
El núcleo urbano de La Antilla se empezó a construir entorno a la barriada de los pescadores, un conjunto de casas humildes que construyeron pescadores portugueses allá por el siglo XIX atraídos por la pesca de la sardina.
Los orígenes de la Barriada de Pescadores se remontan a finales del siglo XIX, con la expansión del arte de jábega, arte muy pesada con más de cien brazas de largo que requerían para sacarla del agua el esfuerzo de unas cuarenta personas, asentándose en la zona de poniente de la playa de La Antilla un grupo de pescadores portugueses venidos del Algarve y del Alentejo, que eran conocidos como “playeros”.
Estuvieron viviendo en chozas de madera durante años, hasta que el 23 de julio de 1955 se hizo entrega de las primeras casas de material, construidas por el Ministerio de la Vivienda.
Con los años se fue consolidando como núcleo pesquero y actualmente constituye una barriada dentro de la red urbanística de La Antilla. La barriada es una parte entrañable de la playa lepera, que ha sabido convivir el desarrollo turístico más moderno con las formas pesqueras más tradicionales, buscando juntas la forma de mantener en perfecto estado esta convivencia.
Pequeñas lucecillas brotan como estrellas en los amaneceres. Es el tránsito de pequeñas embarcaciones que trabajan a diario; un puñado de hombres de la mar faenan con sus barcas en busca de sustento; comienzan las embarcaciones a llegar a la playa que está justo enfrente de sus casas. Ayudados por antiguos tractores meten las barcas en la arena y comienzan a limpiar las redes bajo la atenta mirada de las gaviotas a la espera de que algo caiga. La escena no puede ser más pintoresca: los pescadores limpian sus redes, con cubos donde van echando el género (acedías, langostinos, pulpos, chocos, morralla, lubinas, algún que otro rape y muchas cañaíllas), mientras muchos curiosos observan las capturas. El escenario completo se tiñe de folclore marinero, con las embarcaciones, los tractores, multitud de redes, boyas y banderines de los trasmallos, pulperas, nasas…y el trabajo diario de los pescadores.
Y en su capilla, vecinos y marineros rinden pleitesía a su patrona, la Virgen del Carmen, siempre guiando las almas de los marineros. Esta capilla, cuyos orígenes se remontan a la primera mitad del siglo XX, humilde, encalada, con cubierta a dos aguas y rematada con pequeña espadaña, alberga una mimada talla de la Virgen del Carmen, esculpida por el gran imaginero D. Antonio León Ortega.
Recientemente, las calles y vida tradicionales de la barriada de los pescadores se adaptan al turismo, convirtiéndose en un recurso más de la oferta lúdica y social de la playa lepera. Se pretende poner en valor el sector comercial de la barriada a través de actuaciones integrales en sus calles y entorno, mejorando los accesos y una ordenación del espacio; adaptar la barriada al siglo XXI. En estas actuaciones, en la zona de baño y paralelo al paseo marítimo, se han instalado quince casetas de madera de pino, de distintos colores, que son destinadas a la colocación de aperos, redes y otros utensilios de los pescadores.
Saboreando el olor a mar, esta playa atlántica, patria de los pescadores, nos ofrece soleados bares en su humilde barriada donde degustar el pescado más fresco recién capturado. Estos son placeres que no nos podemos perder.
"El pez es el único animal que crece después de muerto"... qué cosas.
(Nota: algunas imágenes o vídeos han podido ser cedidos por amigos o colaboradores del canal, siempre sin ánimo de lucro).
27 июл 2019