La importancia de volver a 'Barrio' 20 años después 

Al ver la película, de nuevo, he recordado mi época de estudiante, cuando en Psicología Social leí un tema que hablaba de predelincuencia. Aquel capítulo también describía mi adolescencia con una fidelidad que me sorprendió, estuve a un paso de cruzar una frontera que para nada me habría llevado al paraíso. Fue en ese punto cuando los tres nos distanciamos y cada cual cayó donde a bien tuvo ocasión de hacerlo: en mi caso fue en una familia completamente disfuncional, donde vi pudrirse el resto de mi adolescencia y primera juventud. Al resto los he seguido de oídas: el hijo del marqués ni trabajó ni ahora lo hace (30 años después), aún vive de las rentas que le han ido cayendo de la familia lejana que ha ido despareciendo, y el hijo de papi, bajo su ala montó un negocio del que vivir cómodamente y desde el que poder ver pasar los días. Debo disculparme por esta catarsis, la extensión y la paciencia de quien nunca leerá estas líneas. He buscado esta reseña de Barrio después de ver Las Leyes de la Frontera, filme que ha vuelto a poner mis huesos en la adolescencia; vergel ya lejano que recuerdo con cariño y que en ocasiones maldigo arrepentido y penitente.

Hasta recurríamos a una cueva natural -como en la película- cercana a la ciudad, donde nos protegíamos del frío, la lluvia y nos tomábamos las escasas cervezas que el presupuesto nos permitía con el perfil de la ciudad al fondo, iluminada, apetecible y prohibida para nosotros; o eso creía yo.

Eso quisieron hacer, Rai puso un anuncio en el supermercado y nadie respondió.

raul garcia para decir esa tontería, mejor no decir nada.

Madre mía qué tontería...

El amor a la mierda si genera talento, anda vete a cagar