Por lo menos en la etapa en que yo tuve más trato con ellas, las mellizas andaban cosidas del codo. Resultaba tan gracioso ver a un par de octogenarias moverse por duplicado, idénticas...
Qué hermoso cuento. Muy vertical, es cierto, y con un narrador testigo-omnisciente bien construido. El tema es, en sí mismo, la hermandad como la amistad, pero las descripciones de las protagonistas y sus coprotagonistas de ambas son sólidas. Bello cuento, y habrá que leer más a Mariana Sández.