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Lección Navideña (cortometraje) 

Juan Carlos Parra
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Un cuento en el que nos queda una valiosa enseñanza. Realizado por David Parra y escrito por Juan Carlos Parra.
Cuento: Una lección navideña
Esteban y Arturo presentaron sus redacciones al igual que el resto de los chicos de la clase. Era el 10 de enero y la profesora tenía todos los escritos sobre su mesa. Los había leído con detenimiento, los veintiséis. Debían resumir lo que había sido la Navidad para cada uno de aquellos alumnos de sexto de primaria.
Ahora, mientras los alumnos leían un capítulo de El lazarillo de Tormes en absoluto silencio, Amparo, la maestra, repasaba con rostro de preocupación la redacción de los dos niños.
-Arturo, Esteban -dijo súbitamente para sorpresa de todos-. En recreo, quedaos en mi mesa. Os quiero preguntar algo.
-Sí, señorita -contestaron al unísono los dos muchachos, dejando entrever extrañeza en su tono.
...
-Díganos, doña Amparo -dijo Esteban, el más alto y animoso de los dos muchachos.
-Sentados en estos pupitres -indicó la maestra señalando dos mesas frente a la suya.
Arturo resoplaba pensativo, pues intuía el motivo de aquella conversación, mientras que Esteban, por su parte, mucho más tranquilo, sostenía la mirada a su respetada tutora.
Doña Amparo comenzó a leer la redacción de Arturo:
-“Estas han sido las más malas Navidades de mi vida” -arrancaba el escrito del alumno de once años, con la capacidad de expresión propia de su edad-. “Mis padres casi que no han estado en casa y nos han tenido que cuidar los abuelos y mi hermana. Cristina nos ha tratado como si estuviera todo el tiempo enfadada o molesta. Fuimos tarde a ver las luces de Navidad y mis padres montaron el árbol de Navidad dos días antes de Nochebuena. La abuela nos ha obligado a escuchar villancicos de su época todo el día y quería que los aprendiésemos para dar una sorpresa a mis padres cuando abriésemos los regalos. Pero ese día a mí no me apetecía cantar. Además, normalmente teníamos tres regalos, uno de los papás y otro de mis abuelos y otro de mis otros abuelos, pero este año solo hemos tenido dos. El de mis padres era una caja y creía que sería la Play 5. Pero dentro había un coche teledirigido que no me gusta porque no sé conducirlo. Por todo eso, estas han sido las peores navidades de mi vida”.
Así de contundente concluía Arturo el resumen de sus vacaciones. Durante la lectura no había levantado los ojos, sino que los tenía clavados en sus propias manos, que nerviosas, ahora se estrujaban, más tarde entrelazaban los dedos, después crujían los nudillos y vuelta a empezar.
Arturo esperaba una regañina por su redacción y se movía en la silla como si la ropa tuviese chinches, haciendo que sus rizos morenos subiesen y bajasen en la frente.
La profesora, muy tranquila, dejó el folio sobre la mesa, tomó la redacción de Esteban e igual de pausada se dispuso a leer el escrito:
-“Mis navidades han sido muy chulas. Me han gustado mucho los adornos de la casa, los dulces de mi abuela y los regalos que me han hecho. Mis padres me han regalado el Arca de Noé, en Lego, y ha sido muy divertido montarla. Y mis abuelos, un jersey de Star Wars y unos guantes y bufanda, igual que a mi hermano. Hemos visto pelis en familia. Mi abuelo Paco se puso muy malo y mis padres han tenido que cuidarlo algunos días. Pero al final se ha puesto bueno y dice mi hermana que nos darán un mejor regalo en nuestro cumple, porque estas navidades los abuelos del pueblo no han podido regalarnos nada. Me han gustado también las luces de la ciudad, los villancicos y no tener que despertarnos temprano. Estas han sido unas buenas navidades, aunque mi padre nos dijo que las del año que viene serán mejores”.
Esteban sonreía a la profesora y miraba con complicidad a Arturo, pero éste tenía los ojos cerrados y de tanto en tanto murmuraba palabras que no se atrevía a compartir.
Doña Amparo preguntó:
-¿Qué te parece la redacción de Esteban, Arturo?
Arturo suspiró y con una mueca de resignación respondió:
-Bueno... nada. Me alegro por él.
-¿Crees que sus navidades han sido mejores que las tuyas? -inquirió la maestra.
Tras un nuevo suspiro y retreparse en la silla, el niño negó con la cabeza.
-A ver, Esteban -prosiguió doña Amparo-. ¿Por qué crees que tu redacción es mucho más positiva que la de Arturo?
-Por mi abuela -contestó Esteban sin pensarlo dos veces-. Al principio de mis vacaciones de Navidad estaba triste. Nos dijeron que al abuelo Paco le había dado un infarto y que era grave. Pero la abuela habló con mis hermanos y conmigo.
-¿Qué fue lo que os dijo? -quiso saber Amparo, quien dejó su silla y rodeó la mesa para apoyarse en el pupitre de Arturo y así estar más cerca de sus alumnos.
-Que el abuelo Paco era fuerte y que se iba a poner bien. Que la mejor forma de ayudar a la familia era fijarnos en la Estrella.
-¡Qué buen consejo! -confirmó la maestra.

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2 янв 2024

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