En la Sevilla medieval, el rey don Pedro I enfrentó una situación delicada cuando un caballero Guzmán, rival de su dinastía, fue asesinado en un duelo. Para evitar un conflicto con los Guzmanes y mantener su honor, el rey dispuso que la cabeza del asesino fuera exhibida en la calle del crimen, pero en lugar de la cabeza del verdadero culpable, mandó poner la de una estatua suya. Tras la muerte de don Pedro y el regreso al poder de los Guzmanes, se descubrió la engañosa maniobra, pero la estatua permaneció en el nicho como testimonio de la astucia del rey. La calle donde ocurrió el duelo pasó a llamarse Calle de la Cabeza del Rey.
9 сен 2024