Tanto les debo a los cantautores que aunque viviera cien vidas siempre estaría en deuda con sus enseñanzas. De ellos aprendí más Filosofía que de todos mis profesores juntos que tuve en la materia. Ellos me acercaron con pasión a la mejor Literatura y la más clara y grandiosa de las Poesías. Ellos me trajeron en el viento los mejores acordes, la mejor Música, la calidez y claridad de sus voces y sus palabras. Ellos me hicieron saber que la rebeldía y la ternura son amantes inseparables capaces de atraparse juntas en el universo inmenso y eterno de los tres minutos que dura una buena canción. En sus canciones estará siempre la vida entera.
