Esta luna llena nos anima a cerrar. A darle fin a lo que arrastramos y arrastramos, como un cadáver marchito y derruido, con la esperanza de encontrar una cura imposible. Detenernos a mirar hacia atrás y hacia abajo un momento, y exhalar. El peso de nuestros muertos se nos hace costumbre, y a veces es difícil la liviandad; pero dejar de arrastrar nos permite dejar de repetir y volver a estar disponibles para el prodigio de la vida.
En el silencio se refugia el dolor. Las heridas se guarecen en lo oscuro. Intentan quedarse con nosotros. Esta luna es un destello en esa oscuridad profunda. Vemos, y ver es transformar. Cuando la herida es tocada por la luz de la conciencia, se vuelve posible curarla. Mientras permanece guarecida, hará crecer mecanismos defensivos desproporcionados e innecesarios. Nos protegemos inútilmente de lo que ya nos dañó, y eso es lo que nos lastima en este momento.
En el silencio se esconden nuestras desdichas como patos refugiados entre los juncos, que graznan de tanto en tanto para recordarnos su existencia; pero también habita el silencio lo que todavía no hemos logrado ver, decir y sentir. Dejar que algo se desagote, en esta luna llena, nos permite escuchar algo más allá del graznido recurrente de lo escondido, algo que no conocemos pero que podemos reconocer inmediatamente.
Esta luna llena nos invita a dejar de arrastrar los rencores que nos dejan en lugares duros y distantes, en lugares defensivos y dolorosos. En algunas ocasiones, eso se logrará perdonando, aceptando que el otrx hizo lo que pudo, que a pesar de lo doloroso que pudo haber sido podemos trascenderlo. En este caso, es importante ver cómo evitar la repetición. Pero también se trasciende el rencor aceptando que lo que sucedió no puede (no debe) ser perdonado. Dejar atrás las escenas de dolor, de padecimiento, se vuelve posible cuando construimos las herramientas para volver a confiar en la vida.
Esta luna llena nos trae un pequeño acercamiento a la conciencia de todo lo que puede un cuerpo. Ya sea por la capacidad de resilir y seguir con vida del otro lado del dolor, como por la fuerza que se despliega al abrirse a nuevos contactos con la vida (el placer, la creación, la sexualidad, etcétera).
Entre los pliegues de nuestra memoria se han ido enganchando fragmentos de escenas, restos de recuerdos. Las estrías alojan restos de lo amargo y de lo dulce. Migas de un abrazo, pelusas de un insulto, polvillo de un viejo dolor. Esta luna nos invita a movernos, a darle vuelta a las cosas para que caigan los restos que hacen más pesado cada encuentro. Actualizar los posibles contactos, abrir el cuerpo al único tiempo con el que él tiene un contacto: éste ahora esquivo y frágil, en donde se actualizan las experiencias pasadas o se tienen nuevas.
A veces sólo hay que dejar que las cosas sucedan. Ni hacer ni dejar de hacer. Cuando nos sabemos objetivamente a salvo, podemos intentar simplemente asistir a la fuerza de algo que está más allá de mi control y de mi voluntad. Suspender la reacción, dejar de hacer lo que hacemos frente a lo desconocido, puede abrir una puerta que hasta ahora permanecía invisible.
Visualización.
Un monje está a punto de ser decapitado. Ha hecho un daño irreparable a la comunidad y la ley es clara al respecto. Es llevado por el verdugo hacia la mesa de ejecución en donde las verdades que sostenía caerán, junto con su cabeza. Para esa comunidad, comienza el proceso de reparación.
21 апр 2024
