Malas practicas de autoridad de los padres a los adolescentes. 

En muchas oportunidades, a veces sin darnos cuenta, hemos tenido malas prácticas cuando aplicamos la autoridad con nuestros hijos adolescentes.
Malas prácticas de los padres en el lenguaje de autoridad.
Hablamos destructiva y peyorativamente de nuestras autoridades sin percatarnos de la presencia de nuestros hijos, que al escucharnos quizá, repliquen el modelo de burla y menosprecio con que las referimos.
Un policía es un “tombo”, un policía joven: “Chúcaro”, un policía de tráfico: “Chupa”, un guarda de seguridad: “Guachiman”; solo por mencionar algunos ejemplos.
Nuestro hijos aprenden que las personas nos podemos burlar de las autoridades y eso mismo llevan luego al lenguaje de comunicación con nosotros los padres.
Cuidado con lo que dices en presencia de tus hijos.
Si tu hijo oye referirte adecuadamente a tus autoridades él entenderá el respeto con el que debe dirigirse a todos los gobernantes que encontrará a lo largo de su vida. Aprenderá a mirar a los ojos a las personas, a ponerse de pie para saludar a las damas, a respetar la autoridad de la profesora, la investidura de los jueces y, aunque parezca tonto, los colores de un semáforo.
Haz que desde niño aprenda este versículo:
Romanos 13: 1-2
Todos deben someterse a las autoridades públicas, pues no hay autoridad que Dios no haya dispuesto, así que las que existen fueron establecidas por él. 2 Por lo tanto, todo el que se opone a la autoridad se rebela contra lo que Dios ha instituido. Los que así proceden recibirán castigo. (Nueva versión Internacional).
Todas las personas tienen la imagen de Dios.
Enséñale a que el principio del respeto está en que las personas llevan la imagen de Dios, que por todos Jesús fue crucificado; que por más humilde que sea la actividad de cualquier persona merece respeto, humildad y consideración en su trato. Si así lo aprende, no tendrá complicaciones en la sociedad cuando salga de casa, que es, si lo observamos bien, el lugar donde encontrará autoridades amorosas.
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