Los Harrier bombardeaban la Base Aérea Malvinas tres y cuatro veces por día. Destruir su pista era vital para los británicos, ya que constituía el único enlace físico de las fuerzas argentinas con el continente. Se calcula que, en total, los hombres del comodoro Héctor Destri recibieron sobre sus cabezas 150 toneladas de explosivos... pero el enemigo nunca consiguió poner fuera de servicio la pista. No logró hacerlo, porque la artillería argentina mantuvo a raya a los Harrier durante todo el conflicto, hasta el último día. Tras ser derribadas varias de estas máquinas, temerosos de la puntería de nuestros artilleros, los pilotos ingleses preferían tirar sus bombas desde gran altura, sin la necesaria precisión.
En Malvinas yo he fotografiado las huellas que dejaban los proyectíles de nuestras antiaéreas en el cielo, que no alcanzaban la altura necesaria para pegarle a los Harrier, pero los mantenían a distancia.
El cabo principal de la Fuerza Aérea, jefe del cañon "Fierro 8", Diego "Pollo" Bartis, me relata en la ciudad de Tandil, donde reside, como vivió ese heroico y desigual duelo.
Cámara y edición, Sil Bonfietti. Posproducción, Niki Kasanzew.
28 сен 2024
