Cuanto mejor jueguen las computadoras al ajedrez menos probabilidades habrá de que puedan generar una partida tan bella y pasmosa como esta. Un ajedrecista inhumano con las piezas blancas jamás se hubiera embarcado en la llamativa y electrizante combinación que inicia el argentino Alan Pichot ahora juega con la bandera española porque, al calcular millones de jugadas por segundo, habría detectado un golpe intermedio y muy violento de su rival que desbarata la idea. Por tanto, los jugadores de silicio nunca podrán crear una obra de arte así.
El gran mérito de Iván Cheparínov búlgaro de nacimiento, residente en Salamanca (España) y representante de Georgia es que ese golpe intermedio es fácil de ver para una máquina pero muy difícil para un humano. Y es de justicia atribuir parte de la gloria a Pichot: sin su arrojo, creatividad y ambición por ganar, Cheparínov no hubiera podido crear esta joya.
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14 окт 2024