De todas las ciudades en la tierra prometida, Dios había elegido a Jerusalén como el lugar donde Su Nombre: Yahweh, sería adorado. Él eligió a Jerusalén para que allí se edificara el Templo, un lugar especial de encuentro entre Dios y Su pueblo, y una fuente de bendición para todas las naciones. Sin embargo, lo que en un inicio fue una bendición terminó convirtiéndose en un lugar de desolación, como parte de un juicio divino.
El pasaje que estudiaremos hoy contiene un lamento profundamente conmovedor de Jesús sobre la ciudad de Jerusalén, revelando tres aspectos clave: el rechazo y desprecio del pueblo de Israel, el abandono de Dios hacia ellos, y la exigencia de Cristo.
Iglesia, estas palabras de Jesús deben llevarnos a reflexionar sobre el peligro de rechazar la gracia divina, las consecuencias de vivir sin la presencia de Dios, y la urgente necesidad de reconocer a Cristo como el Señor, no solo en un punto de nuestras vidas, sino como un estilo de vida bajo su señorío. La transición de bendición a desolación no es solo una advertencia solemne, sino también una invitación a volvernos a Dios y a adorar genuinamente a Su Hijo Jesucristo.
Ps. Gerson Henríquez
23 сен 2024