La parábola de las diez vírgenes viene como parte de la enseñanza de Jesús en cuanto a la segunda venida. Se puede decir que, en la parábola que Jesús narra sobre el grupo que lo espera, hay dos tipos de personas: personas que confiaron y están preparadas, y otras que en realidad no tienen lo necesario para ese tiempo especial. Es importante que nosotros entendamos los principios de la parábola. En primer lugar, no está hablando de personas ajenas a la boda, sino de personas que tenían una invitación, pero fueron negligentes en su preparación. Por otra parte, vemos que los que están preparados no pueden compartir lo que se les ha dado, lo cual nos lleva a pensar que la preparación debe ser personal para este tiempo. Nuestra tarea no es investigar o indagar quiénes son los salvos, pero sí animarnos a vivir de tal manera que, cuando ese día llegue, no seamos sorprendidos. Los hijos de Dios serán conocidos por la prudencia que prestaron a la venida del novio, pero las personas que no tomaron en serio esta invitación se darán cuenta de que, aunque eran invitados a las bodas, en realidad nunca fueron parte, no porque su Señor no les dio tiempo, sino porque ellos dejaron para después lo que podían asegurar en el tiempo que se les había encomendado.
Nosotros, como iglesia, tenemos el deber de afirmarnos en nuestra fe y recordarnos que no son nuestras obras las que salvan, sino la obra de Cristo. Él es quien vino a llenar nuestra lámpara y es por Él que tendremos entrada a las bodas para disfrutar de lo que Él tiene preparado.
Ps. Daniel Gómez
23 сен 2024