Jaime Bayly cuenta cómo al llegar a casa después de su trabajo en televisión es recibido con entusiasmo por su perro Leo, quien le da una cálida bienvenida llena de besos y lengüetazos. Jaime, agradecido por el amor incondicional de Leo, reflexiona sobre cómo Silvia, su esposa, le enseñó a amar a los animales. Sin embargo, este amor excesivo por su perro le genera conflictos con Silvia, ya que Jaime tiene la costumbre de compartir su comida con Leo, incluyendo pollo, espaguetis y helado, alimentos que Silvia considera inapropiados para la salud del perro. Estas acciones provocan constantes discusiones y regaños de Silvia, quien se preocupa por la salud de Leo.
Jaime también relata su rutina de alimentar a varios gatos callejeros que se han congregado alrededor del canal de televisión donde trabaja. Él les lleva latas de comida y observa las distintas personalidades de los gatos, notando que algunos son más amigables y compasivos, mientras que otros son egoístas. Este compromiso con los gatos le añade otra capa de complicaciones, especialmente cuando tiene que viajar y asegurarse de que alguien más los alimente en su ausencia.
A pesar de las reprimendas de Silvia, Jaime defiende su comportamiento, argumentando que lo importante es hacer feliz a Leo, aunque eso signifique asumir riesgos para su salud a largo plazo. Con humor y un toque de filosofía, Jaime reflexiona sobre la naturaleza de su amor desmesurado y sus consecuencias, reconociendo que, aunque este amor puede traer problemas, también proporciona una inmensa felicidad a corto plazo. Finalmente, menciona cómo esta dinámica familiar se suaviza al compartir momentos de alegría, como ver goles de fútbol juntos.
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28 авг 2024
