Aterrizó en la cima del Cerro Alegre, en Valparaíso, Chile, un día 24 de noviembre de hace muchos otoños. Recorrió este planeta durante 31.641 días antes de alzar el vuelo definitivo sin alas ni cuerpo, desde Berkeley hacia el rincón más íntimo de nuestros pechos.
Mientras anduvo por este mundo Claudio Naranjo adoró la poesía y la música; disfrutó de chistes y cuentos; bebió de distintas fuentes de conocimiento y se embriagó de sabiduría; encarnó a maestros, chamanes y eruditos; se dejó seducir por el compromiso de transmitir lo recibido y dejar tras de sí un mundo más humano, driblando la avaricia con una enorme maestría. En lo que duró su aventura en esta tierra fue holgadamente querido, admirado y acompañado.
¡Qué su legado nos siga inspirando por siempre!
17 сен 2024
