La montaña encendida para la Soledad.
Año mil novecientos sesenta y dos.Por la cima de nuestra montaña,un centurión de jóvenes cardonenses,se desgranaban por las laderas sorteando tuneras,cardoncillos,verodes,siemprevivas,tabaibas,vinagreras y una gran cantidad de cascajos que habitaban en la zona.
Un cierto frío soplaba en lo alto.
Portaban en sus fornidos brazos y doloridos hombros hojas secas de plataneras,maderas,ramales de tarahales,cerrín y latas con petróleo.
Mientras aquellos jóvenes se deslizaban por las veredas otros,en la cúspide,montaban el esqueleto de una gran hoguera,eje de todas las ramificaciones que representaban una especie de colada escupida desde el imaginario cráter que encarnaba la gran fogata central.
Era el escenario creado y diseñado por el impulsor del primer encendido de la montaña para la procesión de la Soledad,la noche del viernes santo en Montaña Cardones.
Manuel Marrero Hernandez ,con otros muchos vecinos del pueblo, iniciaron lo que hoy es una tradición peculiar e insólita en Semana Santa.
Recuperaron las voces,los relatos y el alma de los que con anterioridad a esa ingeniosa iniciativa,colocaban delante de sus casas cuevas,faroles,pequeñas fogatas y velas en la noche procesional.Dieron vida a esa constelación de gentes cuyo esfuerzo y fe eran modelo de vida.
Cardones vivía en armonía con su montaña.Conectada con sus cuevas y tuneras ;con los sonidos de los palmeros y capirotes;con sus leyendas y tradiciones.
Aquellos pioneros encarnaban el espíritu de sus ancestros.Planificaban con esmero la obra a desarrollar.Cada grupo tenía asignadas sus competencias.Unos pasaban la talega para recaudar fondos.Otros se dedicaban a encontrar maderas.En los primeros años la recogían en la Escandinava,una casa en Las Palmas destinada a la fabricación de cajas para tomates y plátanos de dónde recogían el preciado cerrín que transportaban hacia la montaña los camioneros voluntarios del pueblo.Otros recogían las hojas de plataneras en las fincas de Rosa Silva,Hoya López,Caideros y otros rincones del pueblo.Los más atrevidos buscaban ramales de caña y tarahales por el barranco,la Herradura y Cebolla.
Apenas surgía la primera luz del alba del jueves santo,un camino humano en armonía se encaramaba por los senderos de la vieja montaña salpicada por piteras,julagas y tuneras acomodándose en las zonas de acción.Los rastreadores provenientes de generaciones de familias aborígenes de las cuevas,orientaban a los más noveles de los atajos y lugares por donde debían pasar y ubicarse para colocar su porción de leña.No paraban hasta bien entrada la noche pues la densa oscuridad impedía realizar sus facetas.
El paisaje era puro e imponente.
Amanece el viernes santo.Se ultiman detalles y los últimos retoques al escenario.Linaceros y jilgueros sobrevuelan la zona.Se esconden las musarañas entre los cascajos.Las salvias relucen con la puesta del sol.
El personal en lo alto comparte los rezos y la comida.
Del calor del día se pasa a la fresca de la tarde y al frío húmedo de la noche.
Las antorchas aguardan impacientes el inicio de la obra.
Cae la noche.Se abrigan con lo que pueden y tienen esperando la ansiada señal.
Lagartos y lagartijas se esconden desplazándose entre las piedras.Los gorriones y guirres se aprietan pluma con pluma al cinturón de sus nidos en las cuevas.
Abajo en la falda ,por el portón lateral de la iglesia sale la Soledad en multitud.Pasos de silencios más callados que nunca.Camina de espalda a la expectante montaña.
Arriba,desde lo alto,se divisa la inconfundible silueta de nuestro pueblo erguido,rebelde,labrador ,emigrante que acompaña agradecido a la Soledad,que les ayudó en épocas de hambruna y penurias;de plagas que salpicaron cultivos y de tantas heridas que cicatrizaron con el tiempo.
Qué largo y arduo el camino a la cima!
Qué lento y fatigoso el paso de la Virgen!
Qué caliente la Soledad!
El trono encara la subida hacia el Lomo,descansando en el Mesón,donde sólo se escucha las cataratas de su cantonera en el silencio sepulcral.Susurra el eco de la brisa.La luna despierta profundamente llena haciendo ver con claridad la tristeza de la Soledad acompañada.
Pasos lentos,interminables cuesta arriba dejando el pueblo a la espalda para girar en la casa de Tomasito Maria volviéndolo a ver de frente,encarando la vista hacia la oscura y majestuosa montaña que,de repente resplandece iluminando cada rincón de su escarpada geografía,cada alma perdida y corazón destrozado.
Vuelve la Soledad a desplegarse de vuelta a su cueva,mientras el pueblo alza su mirada hacia su montaña.Esa que ha escalado con pasos firmes,tan erizadas de dificultades,tan llenas de obstáculos para,que en la cúspide se prenda la llama y con el resplandor nos haga mantener la lucidez,rebrotar la solidaridad y entender que la diversidad es un don tan natural que da sentido a la vida.
No hay Cardones sin montaña,ni montaña sin luz para abrigar la Soledad de todos.
Manuel Rodriguez Marrero “Tonono".
2 окт 2022
